En una reunión sostenida en la ciudad de Lima, Perú, el pasado 15 de junio, los gobiernos de Brasil, Bolivia, Paraguay y Perú acordaron el reglamento del Grupo Operacional Bioceánico (GOB), encargado de la realización del proyecto del corredor ferroviario que habrá de comunicar los puertos de Santos, Brasil, e Ilo, Perú.
El documento, firmado por los representantes de los ministerios encargado de transportes y obras públicas de los cuatro países, definió, entre otros muchos asuntos, la composición del GOB, que deberá elaborar los términos de referencia de los estudios definitivos del proyecto (UOL Economía, 16/06/2018).
En el formato planeado, el corredor tendrá una extensión de casi 3 800 kilómetros, que posibilitarán la comunicación directa por primera vez de los litorales del Atlántico y del Pacífico de América del Sur, y hará viable, también, las conexiones ferroviarias directas de Bolivia y Paraguay entre Puerto Carmelo Peralta y Roboré en Bolivia. Los gobiernos de Argentina y Uruguay fueron invitados a participar del proyecto, pero todavía no hay definición al respecto.
La estimación preliminar del costo de la obra, que deberá ser una iniciativa público-privada, es de 14 mil millones de dólares, y el plazo de conclusión se pretende para el 2024.
El presidente boliviano, Evo Morales, calificó al corredor bioceánico de “Qapaq Ñan” (camino del inca) del siglo XII”, en referencia a la enorme red de caminos que unía las ciudades del imperio inca, en el litoral y en los Andes (RT, 21/06/2018).
En cuanto a Brasil, el corredor podrá reducir 20 ó 30 días el transporte de mercancías destinadas a China. Un viaje del puerto de Santos a Shanghái toma 58 días vía Cabo de Hornos, o 67 días por el canal de Panamá. Según las estimaciones brasileñas, el corredor podrá transportar anualmente hasta 40 millones de toneladas de carga oriundas del país.
Además, el corredor también se proyectará para el transporte de pasajeros, y se estima que podrá trasladar cerca de 6 millones de personas al año, en 2031.
El Corredor Ferroviario Bioceánico será la mayor obra de infraestructura de América del Sur y su construcción y operación serán un salto enorme en la lenta integración física y económica del subcontinente, con lo que se reforzarán sus condiciones objetivas de actuar como contraparte de la irreversible integración euroasiática, sin duda epicentro del nuevo escenario geoeconómico global.