El 8 de abril, el gerente del Seguro Social de Costa Rica adquirió 3,000 bolsas para empacar cadáveres ante la amenaza de la covid-19, que para entonces cumplía 33 días desde el primer diagnóstico en esa nación, con 502 casos y dos personas fallecidas.
Estaba aún instalado el temor a un crecimiento exponencial de la cantidad de enfermos y un desbordamiento del sistema hospitalario sólido pero limitado, pero pronto el sentimiento iba a cambiar.
El 17 de abril Costa Rica reportó por primera vez una cantidad de casos nuevos inferior a los recuperados y empezaba así una actitud optimista que ya cumple dos semanas: en este tiempo los casos activos han bajado un 33%, de 564 a a 375.
TRIUNFO MOMENTÁNEO
Las autoridades costarricenses lo han calificado como un triunfo momentáneo, pero críticos internos cuestionan la cifra con el argumento de que son pocas las muestras realizadas hasta ahora.
Son 9.407 personas sometidas a pruebas, una tasa de 188 por cada 100.000 habitantes.
El ministro de Salud, Daniel Salas, no se cansa de asegurar en sus diarias ruedas de prensa que se están aplicando pruebas a todos los que presentan sospechas de haberse contagiado.
En todo caso, hay otras cifras que las autoridades presentan como evidencia de que hasta ahora todo está bajo control. Solo hay 16 pacientes en los hospitales y, de ellos, siete ocupan camas de Cuidados Intensivos.
El hospital que acondicionó el Seguro Social a toda prisa para enfermos de la covid-19 está desocupado en 95%.
Y luego dan la cifra más contundente: seis muertes hasta el lunes 20 de abril. El país alcanza diez jornadas seguidas sin reportar nuevos fallecimientos. Las bolsas negras están casi intactas.
Costa Rica se sitúa ahora con la mortalidad de covid-19 más baja de América, con 0,83% de las personas que se han contagiado, mientras México presenta 9,5% y Argentina un 5%, precisa el diario español El País.