Cuando se mata a periodistas, la sociedad paga el costo

 

Mouris Salloum George*

No por reconocido, vamos a dejar de repetirlo: La libertad de expresión y de los medios de comunicación, es esencial para fomentar el entendimiento, reforzar la democracia y progresar en nuestros esfuerzos en los objetivos del desarrollo sostenible.

 

Ha sido desde siempre nuestra declaración de principios.Lo ha dicho ahora el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien concluye que, cuando se mata a un periodista, toda la sociedad paga los costos.

 

No puede ser peor la ocasión: 2 de noviembre, Día de muertos en México. Es la fecha en que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) instituyó el Día Internacional para acabar con la impunidad de los asesinatos de periodistas.

 

Mil 109 asesinatos en poco más de una década

El dato central en el recuento de la UNESCO: De 2006 a 2018, se han perpetrado en el mundo mil 109 atentados contra periodistas. De 2014 a 2018, se ha registrado un incremento de 18 por ciento.

 

De acuerdo con la misma fuente, 90 por ciento de esos asesinatos permanece impune. No se tiene conocimiento de una condena a los victimarios.

 

México sigue apareciendo primero en la lista de países en que el ejercicio periodístico, es el oficio más peligroso del mundo. La cadena de lápidas sigue extendiéndose en 2019 en todo el territorio nacional.

 

Pasan las denominaciones burocráticas y hoy tenemos, en lugar de procuradurías, fiscalías generales, con sus agencias especializadas para la atención de delitos contra la libre expresión. Lo que no cambia es la falta de voluntad política para investigar y castigar los crímenes de lesa humanidad en su modalidad de genocidio.

 

En lugar de diálogo, glandulares explosiones de intransigencia

Ese es un hecho como catedral. Sin embargo, se elude el impostergable debate sobre las relaciones Estado-Medios de Comunicación, que se reduce a glandulares explosiones de intransigencia entre las partes, dejando de lado uno de los imperativos señalados por el secretario de la ONU: Fomentar el entendimiento, como espacio de civilidad para ejercer la libertad de expresión.

 

De ello sigue que capítulos de violencia, como el registrado el 17 de octubre en Sinaloa, lejos de convocar a la toma de conciencia, sirven de pasto para especulaciones sobre amenazas de golpe de Estado, dando lecturas oblicuas o sesgadas a declaraciones críticas sobre el giro que han tomado las relaciones de poder, según sus emisores, con base en nuevos alineamientos ideológicos.

 

Grotesco espectáculo de mandas acéfalas

Ese es el punto: Se daba por sentado que la supuesta transición democrática permitiría la libre confrontación de opiniones disidentes de las que surgieran síntesis que orientaran el quehacer público.

 

Todo lo contrario, en la medida en que la conversación pública se asienta en exclamaciones tendenciosas, más que en ideas, se hace de la República un herradero en el que todos los beligerantes se mueven como manada acéfala. Grave cuestión.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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