Se cuenta que en la época revolucionaria, en Zamora Michoacán, en una de las casas más grandes y bellas de la ciudad, que era habitada por una familia adinerada e importante de la época, se aprestaban a recibir al famosísimo General Álvaro Obregón, jefe del regimiento del Norte, en la dura batalla que mantenía con los rebeldes e insurrectos de la Revolución Mexicana.
Se pretendía que el jefe revolucionario se llevara una excelente impresión de la ciudad y de su rica y variada comida regional, ya que el visitante era conocido por su gusto y predilección culinaria de cada región y uno de sus puntos más vulnerables.
Para seguir las indicaciones de los representantes del General Obregón, el dueño de la casa anfitriona tuvo que mandar con anterioridad el menú ofrecido para su correspondiente autorización.
INGENIO MICHOACANO
Fue tal el agrado del jefe revolucionario por el menú enviado, que dictó una de las sentencias más famosas que se tengan memoria en los anales de la historia michoacana: ” Para tal exquisita comida michoacana, corresponde el nacimiento de un extraordinario postre zamorano”
Tal convocatoria fue difundida y se pidió la colaboración del ingenio michoacano: el nacimiento de un dulce exquisito para un paladar exigente y conocedor.
Así, los habitantes zamoranos fueron los primeros que comprobaron la exquisitez de éste dulce michoacano; legajo de la cultura mexicana.
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