Derivados europeos en niveles estratosféricos

 

Hace algunas semanas, la ESMA (Autoridad Europea Supervisora del Mercado Financiera) publicó su primer informe anual sobre la situación de los derivados, documento preciso, y, de cierta manera, sorprendente. A finales de 2017, el mercado europeo de derivados registraba una cantidad de contratos con el impresionante valor nominativo de 600 billones de euros, de los cuales 542 billones eran derivados “de ventanilla” (overthecounter u OTC), contratados por fuera de los mercados regulados.

 

Según el informe, los derivados regulados –es decir, de menor riesgo- representan solamente una parte mínima del mercado. Semejantes resultados son verdaderamente sorpresivos y bastante perturbadores.

 

Hasta ahora, basábamos nuestros análisis en datos proporcionados por el Banco de Liquidaciones Internacionales (BIS), el banco central global con sede en Basilea, Suiza, el cual, hacia finales de 2017, estimaba la cantidad total de derivados en todo el mundo en cerca de 622 billones de dólares, de los cuales, 532 correspondían a los OTC.

 

Además de esto, el BIS siempre indicó que el “componente europeo” del mercado de derivados era de casi una cuarta parte del total global. Si tal estimado se confirma, la burbuja de derivados “de ventanilla” podría tener dimensiones mucho mayores  de los estimado anteriormente.

 

SERIA AMENAZA

Hay varias razones para llevar tales números a la dimensión de una seria amenaza. En Italia, nos parece que la prensa no le ha dado la atención debida al asunto.

 

Primero, es necesario tomar en cuenta que se trata de un informe oficial encomendado por la Unión Europea (UE). La ESMA fue creada por esta en 2011, para acompañar el comportamiento de los mercados de derivados y evitar situaciones de inestabilidad y riesgos de nuevas crisis financieras grandes.

 

Desde 2014, el sistema denominado Regulación Europea de Mercados e Infraestructura (EMIR, siglas en inglés) exige a todos los contratos de derivados sean reportados a los traderepositories (repositorios de transacciones), organismos reconocidos por la ESMA. Hacia finales de 2017, los contratos estipulados ascendían a 74 millones de euros, con por lo menos una de las contrapartes domiciliadas en algún país europeo.

 

El aspecto importante es que en Europa existe la “obligación” de reportarse a la ESMA todas las transacciones en derivados. Los datos proporcionados por el BIS se basan en investigaciones conducidas por los bancos centrales de algunos países con algunos grandes bancos internacionales. En la práctica, ellos informan lo que quieren, y esta es la razón por la cual los números de las dos instituciones sean tan diferentes.

 

El informe de la ESMA, basado en datos muy concretos, muestra, entre otros temas, que los derivados europeos aumentaron un 9% en 2017. Del total, 69% están vinculados las tendencias de las tasas de interés, los vinculados a las tasas de cambio son un 12%, y la abrumadora mayoría de todos los contratos es a corto plazo, inferior a un año. Obviamente, los principales jugadores del mercado son sociedades de inversión y bancos, los cuales responden por más del 95% de todas las transacciones.                                                                                                                                                                  

MONEDAS FUERA DE CONTROL

De los derivados europeos, 33% están denominados en dólares, 28% en euros y 11% en libras esterlinas. Esto no es irrelevante, pues destaca el riesgo de que el mercado europeo también pueda ser influenciado por el desempeño de otras monedas fuera del control del Banco Central Europeo (BCE).

 

La abrumadora mayoría de contratos es negociada en el Reino Unido, por lo que la Cityde Londres es el principal mercado de derivados europeos, seguida por Frankfurt y París. De ahí, la gran preocupación de las elites británicas con las imprevisibles consecuencias del Brexit para los mercados financieros londinenses (recordemos que la City representa cerca del 12% del PIB británico).

 

Del informe de la ESMA, surge una alarmante imagen del sistema bancario europeo. La distorsión de los principios del sistema social de mercado, que, en décadas pasadas, fue el pilar del crecimiento económico e industrial de Europa, llevó a los grandes bancos europeos, comenzando por el Deutsche Bank alemán, a aventurarse en los mares tempestuosos de la desregulación financiera y de la especulación financiera.

 

De hecho, de acuerdo con varios estudios, incluyendo uno del banco de inversión italiano Mediobanca, de los 12 bancos internacionales más involucrados con los derivados, nada menos que nueve son europeos -registro, ciertamente, nada positivo.

 

Esperemos que la ESMA, quien, además del control tiene la tarea de sugerir leyes y reglas para los mercados financieros, se disponga a utizar las conclusiones de su informe para ayudar en la reorientación del sistema bancario europeo de regreso a su trayectoria histórica de proveedor de crédito para el desarrollo.

*MSIA Informa

Noticias relacionadas

Comenta