Mouris Salloum George*
Empecemos por recordar que, hasta mediados del siglo XIX, el clero católico en México, dueño del poder económico, se sentía además depositario del monopolio del espíritu.
El veracruzano secretario de Hacienda, don Miguel Lerdo de Tejada vulneró ese doble dominio con la expedición en 1856 de la Ley de desamortización de corporaciones civiles y eclesiásticas, contra la cual Roma desencadenó La Guerra de Reforma.
Don Justo Sierra diría después: Desamortizamos los bienes de la Iglesia, pero faltó la desamortización de las conciencias.
En 1926, en resistencia contra la Constitución de 1917, y específicamente contra su artículo Tercero, el clero cerril acometió La guerra cristera.
Durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, contra la educación socialista, nuevamente el clero católico se lanzó a desorejar maestros, especialmente en la zona rural.
Apareció entonces la Unión Nacional de Padres de Familia, incubada en planteles privados, para combatir la Educación Pública obligatoria y gratuita.
Un burdel de costa a costa y de frontera a frontera
Hacia los años setenta, desde el púlpito de la Basílica de Mazatlán, se escuchó la voz del obispo Miguel García Franco: El gobierno de México se propone convertir a México en un burdel de costa a costa y de frontera a frontera.
Atacaba el purpurado una nueva edición de los Libros de Texto Gratuito, instituidos por el gobierno de don Adolfo López Mateos para que los niños mexicanos tuvieran acceso a obras didácticas fuera del alcance de los padres de familia en el mercado editorial privado.
El secretario de Educación entonces era don Jaime Torres Bodet. Con don Martín Luis Guzmán en la presidencia, pusieron en operación la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos.
Entre 1959 y 1961, la Unión Nacional de Padres de Familia, capítulo Nuevo León, se lanzó a la gran batalla contra el Plan de Once Años, cuya guía era el artículo Tercero de la Carta Fundamental, que en varias líneas dice, a saber:
Contra las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios
El criterio de la educación pública en México, será democrático, considerando la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
Dice más: El criterio de la educación se basará en los resultados del progreso científico y luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios.
Es contra esa doctrina que se han levantado los emisarios del pasado desde que don Miguel Lerdo de Tejada propuso arrebatar al clero católico el monopolio del espíritu de los mexicanos.
En estas horas se celebra el LX Aniversario de la institución de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. No es cualquier aniversario. Vale.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.