Donald Trump da una tregua de tres meses para imponer el veto a Huawei

 

Una rama de olivo. Motivado por la preocupación de los usuarios y los efectos económicos y logísticos adversos en las compañías estadounidenses —Huawei invirtió el año pasado 11.000 millones de dólares en la compra de componentes a empresas de EE UU—, el presidente Donald Trump ha anunciado una tregua con esta empresa al retrasar hasta el 19 de agosto el veto a que el gigante chino pueda recibir suministros estadounidenses. Huawei, por su parte, ha restado importancia al gesto, que considera irrelevante. En una entrevista concedida a los medios chinos, el fundador de la compañía, Ren Zhengfei, ha considerado que Washington «subestima» a este gigante tecnológico.

 

La semana pasada, el Gobierno estadounidense incluyó a Huawei, a la que acusa de representar un riesgo para la seguridad nacional debido a sus conexiones con el Gobierno chino, en una lista negra que impide a las empresas de EE UU hacer negocios con esa compañía, a menos que cuenten con una licencia. Como consecuencia, empresas como Google dejarán de suministrarle software y componentes. Como resultado, sus terminales de móvil y sus tabletas podrían dejar de tener acceso a algunos servicios de Android y a las populares aplicaciones Gmail y Google Maps: algo que no es muy grave dentro de China, donde estas aplicaciones ya están bloqueadas por la censura, pero que pueden disuadir a los usuarios en el resto del mundo.

 

El aplazamiento del veto, ha dicho el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, en un comunicado, «da al sector tiempo para organizarse de manera diferente, y al Departamento (de Comercio) la posibilidad de determinar las medidas a largo plazo apropiadas para las empresas de telecomunicaciones, extranjeras y estadounidenses, que en la actualidad utilizan los equipos de Huawei para algunos servicios esenciales».

 

Para Ren, el impacto es asumible. Su compañía, la segunda en ventas de móviles en todo el mundo por detrás solo de Samsung, ya contaba con planes B para el caso de que se interrumpiera su cadena de suministros estadounidense. “No vamos a excluir, de golpe y a la ligera, los chips estadounidenses. Debemos crecer juntos. Pero si se producen dificultades en el suministro, tenemos planes de contingencia”. “En época de paz (antes de que estallara la guerra comercial), nos surtíamos mitad de chips estadounidenses, mitad de chips de Huawei. No se nos podrá aislar del resto del mundo”.

 

La entrevista, de la que el periódico estatal Diario de la Juventud publica una transcripción, sostiene que “el Gobierno estadounidense subestima nuestras fortalezas. La infraestructura 5G de Huawei desde luego no se va a ver afectada”.

 

El liderazgo por esta tecnología —el futuro estándar de comunicación inalámbrica que promete revolucionar nuestro uso de los aparatos— es una de las grandes razones de fondo de la súbita y drástica rivalidad entre China y Estados Unidos, que amenaza con convertirse en una nueva guerra fría. Y Pekín, como se ha jactado Ren, lleva ventaja en esta carrera.

 

“En lo que respecta a la tecnología 5G, otros no podrán alcanzar a Huawei al menos en dos o tres años”, ha puntualizado el antiguo militar. En ese sector, “estamos a la cabeza, aunque en la comparación entre países aún estamos muy lejos de Estados Unidos”.

 

Ren también admitió que, en la búsqueda de su compañía por la supremacía tecnológica, es “inevitable” el choque con EE.UU. No obstante, expresó su agradecimiento a las empresas de ese país. “Al final, tenemos que colaborar para contribuir a la mejora de la humanidad. Sigue mereciendo la pena aprender de la profundidad y amplitud de la tecnología estadounidense”.

 

Las restricciones impuestas por Estados Unidos han afectado inmediatamente a las tecnológicas que hacen negocios con Huawei, en especial las fabricantes de semiconductores. El temor es que el enfrentamiento pueda afectar a la cadena global de componentes para telecomunicaciones.

 

Apple es la compañía que mejor refleja el daño colateral del veto. Arrancó este lunes con una caída de cerca de un 3,5% por el temor al impacto de un boicot a sus productos. La caída se acerca al 15% desde el primer mensaje con el que Donald Trump amenazaba con escalar el litigio arancelario. Pero el golpe está siendo importante especialmente para las tecnológicas especializadas en semiconductores. Skyworks arrastra un desplome del 21,5% en el último mes. Lo mismo pasa con Xilinx, que se deja un 17%, y Micron. En el caso de Nvidia ronda el 15% y ha perdido la mitad de valor desde el máximo anual. Una tendencia similar lleva Intel, que se depreció un 13% en el mes y un 26% del último máximo.

 

En China, la nueva medida contra la joya de la corona tecnológica ha avivado la llama del nacionalismo, que ya comienza a bullir ante el drástico deterioro de las relaciones comerciales entre los dos países, cuando había parecido que ambos se encontraban cerca de un acuerdo. El periódico Global Times publica este martes que «el corte de los suministros estadounidenses tendrá un cierto impacto en Huawei, pero seguro que será limitado. El alcance se decidirá no solo por los preparativos que había adoptado la empresa y su respuesta a la crisis, sino también el apoyo de la sociedad china a Huawei para superar sus dificultades».

 

El Gobierno chino aún sopesa medidas de respuesta. Una de ellas podría ser restringir las exportaciones de tierras raras, materiales imprescindibles para la fabricación de productos de alta tecnología, incluidos los automóviles eléctricos. Esos materiales están exentos en la subida de aranceles decretada por Washington hace diez días sobre exportaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares, y a la que Pekín respondió a su vez con aranceles del 10 al 25% sobre 60.000 millones de productos de EU.

 

Esa posibilidad ha cobrado fuerza después de que el presidente chino, Xi Jinping, inspeccionara este lunes una planta de extracción y procesado de tierras raras, en una visita de la que ha informado la agencia de noticias estatal, Xinhua. China produce el 90% de estos materiales en todo el mundo.

Fuente: El País

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