Mouris Salloum George*
Una de las grandes expectativas que se abrió en México el 1 de julio de 2018, es la oportunidad ¡por fin! de dar el salto de la democracia representativa a la democracia participativa. Directa, le llaman los clásicos.
¿Quién teme a la democracia participativa? Aquellos que medran con el mito de la “representación nacional”, diputados federales en primer lugar, y senadores, que no se representan más que así mismos, su ambición de ascenso político, sus intereses materiales, y si cae uno que otro moche, mejor.
Con independencia de que en un gran número de países la participación directa del ciudadano en los grandes asuntos públicos se ejerce y al través del referéndum y el plebiscito, aquí apenas se está perfeccionando la figura de la consulta popular.
La iniciativa ciudadana en materia de iniciación de leyes tiene más trabas matemáticas, que lubricantes para hacerla efectiva.
Donde duele más el cuero que la camisa
Están en lista de espera la eliminación del fuero y la revocación de mandato. En eso del fuero, parece obvio que en los legisladores duele más el cuero que la camisa. Perder la charola les resulta peor que perder el acta de nacimiento o la credencial de elector.
En el primer periodo de sesiones de la LXIV Legislatura se dio de todo: Cientos de puntos de acuerdo, muchos de ellos fútiles; creación de nuevas e improductivas comisiones o comités especiales.
Y más: fes de erratas en textos de iniciativas y aun de dictámenes redactados por verdaderos artilleros que ignoran las reglas de la lengua y hasta la denominación de la Ciudad de México, a la que siguen llamando, aun para efectos constitucionales, Distrito Federal.
No faltaron los asaltos a la tribuna, insultantes pancartas y las imprescindibles mentadas, etcétera.
Ya en la Comisión Permanente, vimos una grotesca representación de la escultura La Piedad, de Miguel Ángel, actuada por una legisladora del PAN, exponiendo a su crío a los avatares de los beligerantes.
Sánchez Cordero conmina a poner orden en casa
No es que eso sea nuevo: Lo que ocurre es que ahora la mayoría parlamentaria y sus coordinaciones son del Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el gran usufructuario político del 1 de julio pasado.
Algo de todo lo descrito ha sido observado, también, por la secretaria responsable de la política interior, doña Olga Sánchez Cordero, quien recién acudió a San Lázaro a conminar a los morenistas a ponerse las pilas, organizarse, coordinarse y actuar con la seriedad debida, poniendo a caballo las prioridades de la Cuarta transformación.
¿Voz en el desierto? Por lo pronto, una gran parte de los pastoreados por Mario Delgado se ausentó de la reunión. Los que estuvieron presentes, ¿escucharon a la secretaria de Gobernación? Es de suponerse que sí. Esperemos resultados. Vale.
*Director General de Club de Periodistas México, A.C.