Si usted tiene el hábito de dar dulces, y llenar las comidas de su hijo de azúcar, puede ser que usted esté haciendo un gran mal al niño, sin darse cuenta.
Una investigación en el Reino Unido, la Encuesta Nacional de Dieta y Nutrición, demostró que el azúcar consumido por los pequeños puede hacer tan mal al hígado y al cerebro como el alcohol.
En este caso, el hígado metaboliza la fructosa, una de las moléculas del azúcar, al igual que el alcohol, sobrecargando el órgano que tiene, entre otras funciones, el trabajo de eliminar las toxinas del organismo.
Es cada vez más común que los niños sufran problemas de adultos, como la diabetes y las enfermedades del hígado.
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