¿El bicarbonato con limón sirve para adelgazar?

A juzgar por la cantidad de propiedades que se le atribuyen y la de remedios que nuestras madres y abuelas eran -y son- capaces de improvisar con él, podríamos señalar que el bicarbonato es poco menos que un compuesto milagroso.

Una suerte de sustancia que lo mismo sirve para desatascar el fregadero que para curar una faringitis o, según algunas mentes pensantes, para adelgazar.

Pero, ¿en realidad esta combinación sirve para adelgazar?

“ES UN MITO”

El mito más peligroso que tiene como protagonista al bicarbonato es el que dice que tomar este compuesto diluido en agua y mezclado con un chorrito de limón ayuda a adelgazar.

“Aunque tanto el limón como el bicarbonato se pueden tomar por separado para adelgazar, la verdad es que la combinación de ambos es una apuesta más segura”, se puede leer en una de los cientos de páginas de Internet que lo recomiendan.

Afirma Gemma del Caño, farmacéutica que “creer que el limón con bicarbonato tiene algún efecto es absurdo, pero no porque lo diga yo, la química nos ayuda a destapar este mito”

Señala la especialista: “El limón es ácido, el bicarbonato básico. Ambas cosas juntas forman lo que llamamos una reacción ácido-base. Una de las frases más repetidas de los que hemos estudiado ciencias es ‘ácido+base–sal+agua’ y además se libera CO2. Es decir, esto está fenomenal para hacer un volcán con los niños o para hacer espuma en la bañera, pero para nuestro estómago… como que no”,.

“No sirve para adelgazar, pero yo hago gárgaras de bicarbonato cuando tengo faringitis y funciona fenomenal”, suelen argumentar aquellos que confían a ciegas en este remedio. En realidad, lo que ocurre es que la inflamación se baja por un efecto llamado ósmosis, un fenómeno físico de regulación que se produce en nuestro cuerpo cuando tenemos dos soluciones con diferente concentración separadas por una membrana”.

“Piensa en cuando comemos muchas semillas saladas. Nuestros labios se quedan pequeñitos y secos, pues lo mismo ocurre con nuestra garganta”, explica la farmacéutica. “Eso sí, con la salvedad de que, si nos pasamos con el bicarbonato, nos puede quemar y no hay necesidad de jugársela”.

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