El confinamiento afecta a los pueblos originarios de Argentina; no reportan covid-19 pero se encuentran sin alimentos ni ingresos

 

El 19 de abril los pueblos originarios de Argentina deberían haber celebrado su día patrio. En esa fecha, el país sudamericano festeja la reivindicación cultural, el reconocimiento de derechos y la identidad de las comunidades indígenas en todo su territorio, estimada en casi un millón de personas.

 

Sin embargo, la propagación del covid-19 ha cambiado los planes para uno de los sectores más vulnerables y postergados por el Estado.

 

Desde que se inició el año, antes del estallido de la pandemia, los pueblos originarios habían captado la atención de los medios: siete niños de la comunidad aborigen wichí, en el norte del país, murieron por desnutrición en tan solo unos pocos meses.

 

ESCENARIO DESOLADOR

La escasez de agua potable y cloacas; la imposibilidad de acceder a hospitales y a una educación inicial; los trabajos informales de sus integrantes, sumado al desfinanciamiento por parte del Gobierno de Mauricio Macri al Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) ─ente encargado de velar por los derechos aborígenes─, dieron como resultado un escenario desolador en numerosos establecimientos.

 

El presidente, Alberto Fernández, había expresado su preocupación respecto a la mortalidad infantil en aquellas poblaciones y calificó al hecho como “vergonzoso”.

 

Aunque el Gobierno se comprometió a revertir la alarmante situación, la aparición del coronavirus en el país a mediados de marzo pospuso toda intervención directa, agudizando aún más la problemática.

 

Aunque por el momento no se ha reportado ningún caso de contagio por covid-19 en las poblaciones indígenas, las medidas de confinamiento obligatorio y el cese de las principales actividades económicas han profundizado su crisis social.

Noticias relacionadas