Víctor Manuel Rojano
Tras un recorrido que hicimos por la Ciudad de México, llegamos a la conclusión de que nuestra enorme urbe no soportaría una lluvia intensa de 180 minutos consecutivos como ocurre en provincia, debido a que el sistema de drenaje -ya obsoleto- no soportaría una precipitación de tal magnitud.
Los sistemas de drenaje en esta capital son por demás antiguos y prácticamente obsoletos. Cuando Cuauhtémoc Cárdenas gobernó la capital del país hizo importantes inversiones en este rubro, pero después de él, nada ni nadie.
De hecho ningún gobierno se ha querido hacer responsable de ellos, ya que son obras subterráneas, que no se ven, que no permiten el lucimiento del funcionario para sonreír ante los flashazos de los reporteros gráficos.
Como la mayoría de políticos busca sobresalir a través de sus obras, como Enrique Peña Nieto lo pretendía hacer con su Nuevo Aeropuerto (NAICM), y lo único que puede presumir es su Casita Blanca, no existe esperanzas para que el sistema de salida pluvial en la Ciudad de México pueda ser resuelto a corto plazo, según consultamos con urbanistas y estudiosos de la UNAM.
Habrá que esperar a que algún servidor público se decida de una vez por todas a invertir en el drenaje profundo de la Ciudad de México, una de las urbes más grandes del mundo, antes de que el destino nos alcance y tengamos que utilizar trajineras en vez de vehículos.