Mouris Salloum George*
No se necesita esperar el 1 de septiembre para conocer el diagnóstico: Está en las marquesinas de todo el país y del extranjero.
Lo que vemos desde enero, pasado es el perenne espectáculo ente los incorregibles optimistas, que a cada acción se atribuyen un triunfo, y los empedernidos fatalistas, que no encuentran en los mexicanos un hueso sano.
No es sólo una estampa mediática: Los plutócratas reclaman en los hechos Estado de Derecho. Su derecho: En el llano opera la lógica: La necesidad no tiene ley.
Se legisla desde siempre en favor del interés del Estado y no en el de quienes son obligados a cumplir los mandatos legislativos.
Es estado que guarda la nación no requiere de una de segunda opinión: Desde hace una década de habla se la ruptura del tejido social, exacerbada por una guerra entre mexicanos sin razón y sin gloria.
Pasamos el sexenio en que se prometió un México en paz y terminó con las manos ensangrentadas y purgando el pus de la corrupción,
Vivimos en una República yerma. En la obra de García Lorca (1934) tenemos la escenificación de un drama rural. En México, no sólo en más allá de Cuautitlán, galopa la tragedia social. La vemos en la sede misma de los tres Poderes de la Unión.
Lo que se espera el 1 de septiembre no es un nuevo diagnóstico. Lo que la sociedad espera es otro tratamiento terapéutico. Dicho en términos rancheros, una purga de caballo.
Corre el tiempo, y la respuesta a la convocatoria a la reconciliación nacional no se concreta. Por el contrario, el instinto de Huichilobos trota como manada acéfala. Esperemos el 2 de septiembre. ¿Qué más nos queda?
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.