Mouris Salloum George*
Le tengo muy vistas las placas, suelen decir a la defensiva los bajacalifornianos cuando un malandrín les quiere tomar el pelo.
El término no es muy diplomático, pero igual podría asestárselo Marcelo Ebrard a su homólogo estadounidense Mike Pompeo ante la terquedad de Donald Trump para que México le haga el trabajo sucio en la crisis migratoria centroamericana.
No sólo se trata de que el imperio es el causante de la devastación socioeconómica de la región, sometida históricamente al saqueo gringo. Se trata de que Washington tiene con qué disuadir a los gobiernos del sur de Suchiate para que no naden de muertito sobre los ríos humanos que sueñan el sueño americano.
Todo es según el color del cristal con que se mira
Los registros indican que en Honduras se abrieron las esclusas para la formación de las primeras caravanas rumbo a México.
Primer dato: El Pentágono dispone de una base militar en Soto yCano, en territorio hondureño, a cargo del Comando Sur.
No es que se sugiera la opción militarizada para reprimir la migración. Que quede claro.
Lo que se afirma es que, en 2017, en las elecciones presidenciales en Honduras, el Tribunal Electoral reconoció con los conteos preliminares la ventaja del candidato opositor Salvador Nasralla.
Washington apoyó el “triunfo” del presidente Juan Arnoldo Hernández, quien jugó su reelección en medio de tumultos populares.
¿Se requiere decir más? Va: Apenas en 2008, desde el cuartel de Comando Sur se maquinó el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya.
Es lo que se pretende perpetrar ahora contra el gobierno bolivariano de Venezuela.
Comando Sur: 41 muescas en sus cañones
Desde 1903, en que Washington envió a sus marines a sofocar la rebelión de los colombianos por la partición de su territorio, sustrayendo de su jurisdicción a Panamá, aquel destacamento, pie de cría del Comando Sur, es referencia obligada en 41 intervenciones de los Estados Unidos en Latinoamérica.
En la cuenta del Comando Sur aparecen 14 operaciones directas de los Estados Unidos, y 27 usando a mercenarios de las oposiciones partidistas para cumplir los fines de la Casa Blanca, como ahora lo hace en Venezuela y hace diez años lo hizo en Honduras.
Juan Guaidó tiene su propio “embajador” en Washington: Carlos Vecchio. Éste se ha convertido en uña y mugre del jefe del Comando Sur, almirante Craig Faller. Con éste se tramó en la capital estadunidense el frustrado golpe de Estado del pasado 30 de abril.
El Comando Sur es la fuerza de disuasión o persuasión en la zona, según el caso, de los departamentos de Defensa y de Estado, que funcionan según información y estrategia que les provee la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
El Comando Sur -ha llegado a disponer hasta de 60 mil activos en la región-, estuvo detrás de la instrumentación del Plan Colombia. Su área principal es el Caribe, pero actúa en el Atlántico y el Pacífico, conforme se requiera. Tiene en la mira de sus misiles los territorios de Honduras, El Salvador, Panamá, Nicaragua y Guatemala.
Trump no quiere evitarse problemas, quiere provocarlos a México
¿Cómo, si el almirante Craig Faller es tan diligente y facilitador con los golpistas venezolanos, no se toma un respiro para señalar a los gobiernos hondureño, salvadoreño y guatemalteco del “problema de Seguridad Nacional”que le están provocando a los Estados Unidos?
La respuesta queda en manos de La Liga de la Justicia que, lamentablemente, no tiene asientos en la Organización de Estados Americanos ni en la ONU.
Lo que la Casa Blanca no quiere, es evitar sus propios problemas: Lo que quiere, es provocarle uno, mayúsculo, a México. Y esto sí calienta.
¿Hay otra explicación al fenómeno en el que parecen implicados cubanos y venezolanos que, hasta 2018, utilizaban otras rutas para ingresar a los Estados Unidos, sobre todo a Florida, y ahora están provocando motines en las estaciones migratorias del sur de México? Si alguien la tiene, se la agradecemos.