“Aprende a manejar”, “no eres de hule”, “agarra tu carril” o “muévete”, constituyen ciertas de las premisas que se pueden escuchar a diario entre los conductores y peatones citadinos que han sobrepasado los límites de los insultos para llegar a los golpes, e incluso, a la muerte.
El problema causado por la falta de educación y conciencia vial en México se da a la tarea de crecer a marchas aceleradas con el paso de tiempo, y empeora aún más con el constante aumento de automóviles que circulan diariamente en la ciudad. Uno de los errores más grandes con respecto a este tema es creer que la educación vial concierne sólo a los automovilistas y al transporte público. Ciclistas, motociclistas y peatones se encuentran también involucrados en este problema y sus acciones suman o restan a la cultura que actualmente existe en México.
Uno de los blancos más criticados por el número de violaciones al reglamento de tránsito son los servicios de transporte público.
Según el último reglamento de tránsito presentado para el Distrito Federal, los conductores de transporte público pueden transitar únicamente por el carril de la derecha, de lo contrario se les multará con hasta dos mil 798 pesos. A los que realicen tanto ascenso como descenso de pasajeros en carriles no asignados se les multará con hasta 13 mil 990 pesos.
Idealmente nuestras normas viales tendrían que guiarnos a respetar los reglamentos de tránsito para así garantizar la protección de todos los usuarios de la vía pública, pero en un país en el que pocos conocen y siguen las reglas, cada ciudadano se juega la vida día a día al transitar por las calles.
La Organización Mundial de la Salud comunica que más de 1,2 millones de personas mueren a causa de accidentes viales y este número aumentará drásticamente con el paso de los años para colocarse dentro de las cinco primeras causas de muerte. En México el número de muertes anuales por este motivo supera las 24 mil personas, de acuerdo a la Secretaría de Salud.
“Se pasan los altos, te avientan el coche, han llegado incluso a aventarme piedras por no dejarlos pasar y ni se diga de las carreritas entre los micros”, responde Beatriz Nogueda cuando se le pregunta acerca de su experiencia con el transporte público. “Además ellos empeoran el tráfico ya que suben y bajan a sus pasajes en cualquier carril”.
Pero desde la otra cara de la moneda, Carlos Alcázar, taxista de la Ciudad de México, comentó: “La gente sólo se queja, sólo ve su lado de la historia, pero para nosotros es muy difícil hacer las paradas. Siempre hay coches con sus intermitentes en los carriles de la derecha, incluso los camiones tienen que salir de su carril para seguir su camino, pero si nos paramos en los segundos carriles todos nos tocan y se enojan. Entiendo que esto ocasiona tráfico, pero de esto vivimos y si es la única manera de trabajar, lo seguiremos haciendo”.
Al final también constituye su espacio de trabajo y el incentivo más importante es que si no se comportan como lo hacen, pierden clientes, pierden recursos, o se sienten ineficientes. Si un pesero parara en todas las paradas, no esquinas, sino paradas, obviamente perdería clientes y dinero. Hay muchos taxis y peseros que se esperan o hacen paradas sólo en ciertos lugares, pero eso incluso hace que la gente les reclame y más aún si llega otro y se mete, les gana el pasaje.
El doctor en Ciencia Política y profesor de sociología en el Instituto Tecnológico de Monterrey, Gustavo López Montiel, señala que la forma en que funcionan las reglas en México y su aplicación tan flexible influye en el comportamiento de los conductores de transporte público.
Cuando un ladrón hace un delito tiene un cálculo de riesgo, por ejemplo de que les vaya a pasar algo, lo mismo pasa aquí cuando alguien comete un delito hace el cálculo de la posibilidad que les pase algo. Entonces si México de cada 100 delitos que se cometen únicamente uno se castiga, de cada infracción es muy poco probable que un policía los multe y esto se vuelve un incentivo importante.
Con información de Intersecciones