Emma Morosini, abuelita peregrina italiana, a un paso de la Basílica

 

Los años no han mermado el ánimo ni la fe de Emma Morosini, peregrina italiana, quien tras más de un mes caminando por territorio mexicano, hoy espera llegar a su objetivo: la Basílica de Guadalupe.

 

A sus 94 años, su paso es firme y veloz. La apodada “abuelita peregrina”, camina a diario, entre 5 y 7 horas. Su velocidad es, aproximadamente, de 15 kilómetros por hora.

 

El 3 de abril, llegó a Monterrey con unos amigos. Ésta es la cuarta vez que los visita y llega a territorio mexicano. Sin embargo, será la primera vez que visite la Basílica.

 

VER A LA MADONNA DI GUADALUPE

Relata que hace dos años vio una misa celebrada en el recinto de la Villa y desde ese entonces, su ilusión fue llegar hasta ahí, para ver a la “Madonna di Guadalupe”.

 

A México llegó con un carrito como de mercado, donde carga rosarios, su Biblia, sus medicamentos para la presión, ropa, utensilios de uso personal, pan y botellas de agua.

 

Avanza con un chaleco naranja, con franjas antirreflejantes para evitar accidentes y la imagen de la llamada virgen morena en la espalda, con la leyenda “Soy peregrina”.

 

Aquí, ha recibido hospedaje, comida y presentes religiosos de mexicanos. A cambio, a su paso, les otorga un abrazo o una selfie.

 

LA GENTE YA LA RECONOCE

Cuenta que en San Luis Potosí se quedó a dormir en el baño de una gasolinera y una familia al observarla la llevó a su hogar, le brindó una cama y comida caliente.

 

También ha descansado en hoteles, hospitales, iglesias, refugios; a veces, junto a policías o bomberos.

 

Todos los días, en punto de las 7:00 horas parte de donde esté. Hoy, amaneció en la Central de Bomberos de Cuautitlán Izcalli, Estado de México.

 

Ayer fue uno de los días más cansados. En la caseta de Tepotzotlán fue abordada por personas que han escuchado de ella.

 

FUE A LA IGLESIA DE SAN DIEGO

Después fue a la Iglesia de Juan Diego, ubicada en Izcalli, donde se encontró a un sacerdote con el que habló plenamente en su lengua natal.

 

Su español es escaso, pero dice, ni el dinero, ni el idioma son obstáculos para la fe. “Roma, Amor”, dice al tiempo que sostiene su pañuelo blanco, el que muestra a los transeúntes que se detienen a conocerla.

 

¿Por qué peregrina?, se le pregunta a quien antes de jubilarse, fue enfermera. “Por la juventud, por que el mundo y México tenga paz. Ellos se preocupan por las drogas, el sexo. Yo pido que busquen la felicidad y el amor”, dijo.

 

Después de visitar el recinto mariano, como lo hace desde hace tiempo, guardará el domingo para rezar, dormir y leer, luego, regresará a su país.

Fuente: Reforma

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