“Logramos que por fin nos pongan en el catálogo de los peligros geológicos que afectan de manera generalizada a varias zonas del mundo”, enfatizó la Dra. Dora Carreón Freyre, investigadora del Centro de Geociencias (CGeo) de la UNAM, quien consiguió llevar este tema a la agenda mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, al establecer la Iniciativa Internacional de Subsidencia del Terreno como parte del Programa Hidrológico Internacional (PHI) de la UNESCO.
Carreón y su grupo de trabajo, impulsados por el gobierno mexicano, lograron establecer dicha iniciativa, apoyada por los 36 países que integran el Consejo.
“Cuando un país afectado por un fenómeno natural (que puede causar mortandad y daños en la infraestructura) demuestra ante la UNESCO y el Banco Mundial que ha trabajado para mitigar esos problemas, ambas instituciones lo asisten con la gestión de daños y de recursos económicos”, señaló la especialista.
Al reconocerlos, las naciones tienen que trabajar en medidas de prevención y mitigación de las afectaciones: redes de monitoreo, programas de evacuación y zonificación de riesgos. Los estudios deben ser objetivos, rigurosos y sistemáticos, sin connotación económica o política, para que los tomadores de decisiones puedan usarlos, explicó.
Hoy , las zonas urbanas son cada vez más extensas y hay mayor tendencia poblacional a vivir en ellas. “Es importante que los gobiernos federal, estatal y municipal se involucren en las líneas de prevención y mitigación de riesgos asociados a fenómenos naturales en estas áreas”, señaló Carreón.
Los fenómenos de subsidencia (hundimiento generalizado del terreno) y fracturamiento del subsuelo son cada vez más comunes en varias zonas del mundo, especialmente en las grandes urbes que, como la Ciudad de México, son producto de la combinación de la extracción excesiva de agua subterránea y la construcción de edificaciones en sitios no adecuados, advirtió la UNAM.
Estos fenómenos pueden provocar desastres tan relevantes como los que provocan los sismos, las inundaciones y las erupciones volcánicas, debido al efecto que tienen en la degradación de la estructura urbana, que generalmente muestra daños graves y de seguridad para los habitantes a mediano y largo plazos; sin embargo, hasta ahora no habían sido considerados en esta categoría.