(MSIA INFORMA)
En una demostración de unidad diplomática inédita, embajadores de los Estados Unidos en Iberoamérica, a finales de junio pasado, salieron a las calles para unirse, no en pro de la paz en el Medio Oriente, y ni se diga invitando a una acción humanitaria para mejorar las condiciones de vida de los emigrantes que van a su país, u otra grande causa de la humanidad. ¡No!. Fue para conmemorar festivamente el día del orgullo LGTB, uniéndose a los desfiles.
De manera que la demostración de fuerza coordinada mostró que el músculo de la diplomacia de Washington hacia nuestro continente se refuerza; del neoliberalismo, ahora incorpora la diplomacia de género.
En la ciudad de México fue la misma embajadora de los Estados Unidos en el país, Roberta Jacobson, quien al frente del contingente, portaba una pancarta que leía, “la delegación de EUA apoya la diversidad”.
En Venezuela, su contraparte hacía lo mismo y en la República Dominicana sumaron siete embajadores, capitaneados por la representante estadounidense. Claro que respetando las formalidades del Departamento de Estado, cuidaron el protocolo para no dar la impresión de inmiscuirse en asuntos internos de las naciones que los hospedan, por eso se cubrían con el nuevo símbolo de la globalización la bandera “arco iris”.
EN EL CASO DE MÉXICO
Ni se hubieran preocupado en guardar las apariencias, porque fue el mismísimo presidente Enrique Peña Nieto el que se les adelantó, y antes de sufrir la vergüenza de la exigencia externa, él se la autoimpuso cubriendo la casa presidencial de los Pinos con aquella bandera.
Eso fue hace un mes cuando anunció un proyecto de ley que acaba con el matrimonio natural y obviamente con la familia natural, con lo cual aspira incorporar la ideología de género a nuestra herencia republicana. Que lo consiga está en veremos.
Roberta Jacobson, que estrenó así el cargo que apenas asumió hace un mes, está bien colocada en el “establishment” de la diplomacia intervencionista de Washington, camuflada en las causas globales, que solo interesan al poder mundial en su ambición de debilitar el Estado nacional.
Su carrera en el Departamento de Estado siempre ha estado vinculada a asuntos de América Latina; fue secretaria de Estado adjunta para América Latina, donde tuvo la oportunidad de exigir a las naciones someterse a: una supuesta cruzada contra la corrupción, feminismo, derechos humanos, medio ambiente y ahora el género.
Entre las innovaciones de la nueva diplomacia, Estados Unidos en la presidencia de Barack Obama ha creado la figura de embajador LGTB para imponer la agenda contra la familia natural y en pro del aborto.