Mouris Salloum George*
La realidad democrática, cuando no se manipula perversamente, es implacable. Si consultamos la regla suma cero, caemos en cuenta que todo lo que pierde un beligerante electoral, se abona en la columna del haber del vencedor.
El multitudinario vuelco de los electores en las urnas del pasado 1 de julio, dejó en calidad de damnificado al presidente Enrique Peña Nieto.
Si en la escena política nacional la nueva correlación de fuerzas partidarias al poder, dejó al PRI arrinconado entre la chiquillada, en los estados el espectáculo se generaliza en el reparto de los congresos locales y de los gobiernos municipales.
La fuerza de los hechos es irresistible. Lo más deprimente, sin embargo, para Peña Nieto, es que le pegaron en la línea de flotación en su entidad de origen, el estado de México.
Morena se quedó con el santo y la limosna
Tope en las obscenas maniobras de los consejeros y magistrados electorales estatales mexiquenses, que repitieron su actuación de 2017 en la elección de Alfredo del Mazo Maza, las aplicaciones correctivas a los resultados del 1 de julio pasado dejaron al PRI en condición de menesteroso.
Con independencia de la distribución del poder político en los 125 municipios, en el control de la nueva legislatura estatal el tricolor de Peña Nieto apenas alcanzó, de 75, 12 asientos. Un magro 14 por ciento.
La mayoría simple en el Congreso mexiquense, por primera vez en casi 90 años, se corrió a la bancada del partido Movimiento de Regeneración Nacional(Morena), que se quedó con el santo y la limosna.
Por sí solo, Morena se agenció 31 diputaciones. Con la adhesión ya confirmada de las representaciones de los partidos del Trabajo y Encuentro Social, suma 38.
Alfredo del Mazo: “De lo perdido, lo que aparezca”
Todo indica que Peña Nieto no la vio venir en su estado. Del Mazo Maza sí.
A eso se debió que Alfredo dos veces junior aprovechara la mayoría tricolor de la saliente legislatura para despacharse la aprobación de al menos dos iniciativas que a su administración convienen: La primera, la reforma de la Ley de Seguridad Social de los Trabajadores al Servicio del Estado y los Municipios.
La segunda fue más escandalosa: Del Mazo alcanzó a sacar el fíat para reestructurar la deuda pública del gobierno del estado y, en automático, la licencia para contratar nuevos préstamos y seguir disparando el déficit en esas cuentas, que ya supera los 38 mil millones de pesos.
Como dice la conseja, en el estado de México, a cada santito le llega su fiestecita.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.
Foto: proceso.com.mx/Miguel Dimayuga