Etapas del dibujo infantil: del garabato a las líneas

 

El garabato es la primera expresión gráfica de los bebés. Estos empiezan normalmente a garabatear hacia los 18 meses de vida aunque, como todo, algunos lo hacen antes y otros después. En las primeras etapas del dibujo infantil, encontramos trazos impulsivos e incontrolados. Se trata de una descarga del movimiento del brazo y de un periodo de familiarización con los materiales y la grafomotricidad.

 

En la primera etapa del garabato, el niño sujeta el lápiz como puede y realiza trazos ejerciendo mucha presión sobre el papel. Tenemos que ser conscientes de que en este momento tendremos que guiarle en el cómo y no en el resultado del dibujo. Cuando el niño coja confianza con el medio irá paulatinamente mejorando sus dibujos. Ahora, por el momento, dejaremos que disfrute de los movimientos que realiza su cuerpo mientras garabatea.

 

De los garabatos descontrolados a los controlados 

En los primeros garabatos, el niño todavía no tiene un control visual sobre su mano, así que poco a poco irá perfeccionando los movimientos.

 

En este punto de las etapas del dibujo infantil, el bebé descubrirá la relación entre los movimientos de la mano y el trazo que deja en el papel. Al mismo tiempo, se dará cuenta de que tiene un mayor control visual, así que los garabatos pasarán a ser controlados. Los trazos ya no serán tan cortos como en el período anterior porque se esmerará en llenar toda la hoja, combinando trazos circulares, líneas cortadas y puntos con intersecciones.

 

Este período de garabatos controlados durará hasta aproximadamente los tres años, momento en que el niño empieza a integrar visión y motricidad. Cada vez tiene más dominio motor y empieza a ser capaz de
representar lo que ve, o lo intenta. Es la etapa de la representación de la realidad.

 

Los dibujos con nombre 

En esta etapa, el niño ya da nombre a sus dibujos. Es una etapa en la que es muy importante animarle porque tratará de representar mejor las formas, así que le dedicará más tiempo y esfuerzo a la tarea. Los trazos evolucionan hacia formas más reconocibles hasta los cuatro años, cuando empieza la etapa del dibujo perfectamente reconocible para el adulto.

 

Pese a que nuestro hijo alcance el desarrollo motriz y artístico normal, es importante que no dejemos de animarle para que se exprese libremente y no abandone la vertiente artística que tiene todo ser humano. Así que ya lo sabes: ¡deja que tu hijo de rienda suelta a su imaginación!

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