EU, amenazas y sanciones, disfraz de decadencia hegemónica

 

El gobierno de Donald Trump decretó sanciones comerciales y económicas contra cuatro países de un solo tirón: Irán, China, Rusia y Turquía. Los pretextos son diversos: detener su “interferencia” en el Oriente Medio y el desarrollo de misiles balísticos en el caso de Irán; castigo por prácticas comerciales injustas y robo de propiedad intelectual para el caso de China; castigos por el supuesto envenenamiento de dos ciudadanos rusos en el Reino Unido en el caso de Rusia; venganza por el encarcelamiento de un pastor presbiteriano norteamericano, el cual tiene viviendo 24 años en Turquía, pero está detenido desde 2016, acusado de participar en el intento de golpe contra el presidente Recep Erdogan.

 

Si bien, las represalias a China e Irán son de responsabilidad del gobierno, las encaminadas contra Rusia y Turquía fueron del Congreso. Esto último sintetiza claramente el descontento del establishment, desesperado ante el evidente agotamiento de la indiscutible hegemonía de los EU en el escenario global, puesta en entredicho por el surgimiento de la tendencia hacia la multipolaridad cooperativa encabezada por Rusia y China.

 

Por su parte, Trump, con la vista puesta en las elecciones legislativas de mitad de su mandato en noviembre, intenta mantener un equilibrio entre las fuertes presiones del “Estado Profundo” (Deep State), o sea la estructura permanente de poder paralelo basada en el eje anglo-americano de posguerra, y por otro lado cumplir las demandas de su electorado, tanto en el asunto de la creación de empleos industriales, como en otros problemas ejemplificados por el enojo del “Cinturón Bíblico” con la detención del pastor presbiteriano en Turquía.

 

El resultado es un cuadro caótico, donde la superpotencia parece caminar en modo de piloto automático, lista para disparar contra toda y cualquiera amenaza percibida a la preservación de su status hegemónico, el cuadro se parece al alacrán de la fábula, quien picó al sapo que lo llevaría hacia el otro lado del río y murió ahogado, porque picar a todos era su naturaleza.

 

En esta atmósfera existen riesgos evidentes. Así lo advirtió el primer ministro ruso Dmitri Medvedev: una eventual introducción de sanciones contra las operaciones bancarias y monetarias rusas será tratada por Moscú en el nivel de una declaración de guerra económica, la cual sería respondida por cualquier medio necesario (RT, 10 de agosto de 2018).

 

Caja de sorpresas

Por otro lado, la intransigencia y la hostilidad estadounidense están generando una retroalimentación positiva en la dinámica pro-multipolaridad, llevando a los países blanco de las sanciones a reducir su dependencia de los mecanismos financieros y monetarios controlados por los EU y a buscar alternativas para las restricciones comerciales y de inversiones, tanto de los EU como de la Unión Europea (UE), a quien le falta disposición necesaria para confrontar los designios de Washington. Veamos algunos ejemplos:

 

1) Rusia liquidó prácticamente todos sus activos en títulos del Tesoro de los EUA, después de deshacerse de la mayor parte de ellos en marzo y abril pasados. En entrevista a la red Rossiya 1, el ministro de hacienda Anton Siluanov afirmó que el país pretende seguir reduciendo sus demás activos estadounidenses y no descartó la posibilidad de usar monedas nacionales en las ventas de hidrocarburos rusos .como ya lo ha hecho con China-, pues el dólar “se está volviendo un instrumento poco fiable en el contexto internacional” (Zero Hedge, 12 de agosto de 2018).

 

2) China podría hacer lo mismo en sus compras de petróleo de Irán. El gigante asiático ya demostró su intención de cambiar parte de las inversiones en el país, en retirada para no incurrir en represalias por parte de los EUA, al sustituir a la francesa Total en una participación de 80.1% en la expansión del campo de gas South Pars, uno de los mayores del mundo (Zero Hedge, 11 de agosto de 2018).

 

3) India aumentó en 52% sus importaciones de petróleo de Irán, antes de concordar con Washington en aumentarlas.

 

4) Turquía, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), está profundizando rápidamente sus vínculos con el eje eurasiático, en especial, con la Organización de Cooperación de Shangai (SCO, en inglés) y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, en inglés), además de estar contemplando un área de libre comercio con la Unión Económica Eurasiática (UEE). El Industrial and Commercial Bank of China acaba de cerrar un préstamos de 3600 millones de dólares para proyectos de energía y transportes en Turquía y los dos países anunciaron una expansión de sus relaciones en el área militar (Strategic-Culture, 14 de agosto de 2018). Una futura adhesión de Turquía a la SCO no debería ser una sorpresa, al mismo tiempo en que aflojan los lazos con la OTAN.

 

5) Entre el 13 y 14 de agosto, el canciller ruso Sergei Lavrov visitó Ankara, para discusiones en torno a la situación de Siria y la perspectiva de la profundización de su cooperación económica ante la ofensiva de los EUA. Turquía ya anunció la intención de comprar el sistema antiaéreo ruso S-400, a pesar de la oposición de Washington, quien amenaza tomar venganza con la cancelación de la venta de aviones cazas de quinta generación Lockheed Martin F-35 a Ankara (Strategic-Culture, 14 de agosto de 2018).

 

6) El 12 de agosto, después de 22 años de complicadas negociaciones, los cinco países vecinos al Mar Caspio –Rusia-Irán, Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajstán- firmaron la Convención del Mar Caspio, abriendo camino para la plena utilización de los recursos naturales del mar interior, elemento de gran importancia para el proceso de integración eurasiática (Asia Times, 14 de agosto de 2018).

 

La ironía final es que el agresivo comportamiento de las elites estadounidenses está acelerando la tendencia nueva que ellas pretenden combatir con los viejos y obsoletos métodos de “excepcionalismo”. Esto es exactamente lo que se encuentra en crisis.

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