EU es un toro herido de muerte; sus cornadas representan un peligro mortal para sus víctimas

 

Viciado en hegemonía, el núcleo de la élite gobernante de Estados Unidos arroja a la otrora gran nación a la proverbial condición de un toro herido de muerte incapaz de imponerse en la palestra internacional, pero cuyas cornadas aún representan un peligro mortal para las víctimas de su frustración y de su furia.

 

El Medio Oriente es el ruedo donde al toro hegemón, alimentado por el “excepcionalismo” ciego de sus creadores (los neoconservadores que dominan el gobierno de Donald Trump), se le clavó la banderilla fatal, pero, sin recibir la puntilla, es todavía más peligroso, por su fuerza para pisotear y soltar cornadas mortales, capaces de extender la conflagración en toda la región de una vez por todas.

 

Al mantener el plan de interferencia y de desestabilización de la región, extendiéndolo a Siria y a Irán, la fiera se auto acorraló y puso en juego la política esbozada en el célebre documento “Proyecto para un nuevo siglo americano” (PNAC, por sus siglas en inglés), guía adoptada por todos los gobiernos estadounidenses del siglo XXI.

 

Remontándonos a 2015, la intervención militar de Rusia en Siria fue decisiva para contener el avance de los mercenarios yijadistas apoyados por la coalición formada por Estados Unidos y sus vasallos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y del golfo Pérsico, esto dejó al presidente Bashar al-Assad cambiar el destino del juego y volver a tomar en sus manos la iniciativa estratégica para liberar su país.

 

La única forma encontrada por los pirómanos de Washington en mayo de 2018 para retardar la reconquista total del territorio sirio por su gobierno legítimo es mantener bases y algunos millares de militares y de mercenarios en posiciones situadas a lo largo del río Éufrates, en la zona dominada por las milicias kurdas, que corresponde a cerca de un tercio del territorio nacional. El propósito es utilizar esas milicias para crear un virtual protectorado que justifique la presencia militar estadounidense, o sea una invasión, de acuerdo a las normas del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas.

 

Dicho plan enfrenta dos obstáculos. Primero, la oposición férrea de Turquía a la existencia de un proto estado kurdo en sus fronteras, y recuérdese que Turquía ostenta la segunda fuerza militar de la OTAN y que se ha coordinado con Rusia y con Irán en un esfuerzo para estabilizar la región y, a pesar de los objetivos diferentes de cada uno, los tres asumirán un compromiso con la integridad territorial de siria. Segundo, es inevitable que Assad se mueva para reocupar todo el territorio del país, luego de eliminar los bolsones de resistencia de los yijadistas que todavía existen al oeste del Éufrates; perspectiva cercana, y que pudieses tomar unos meses, posiblemente. La ilegalidad de la presencia estadounidense, entonces, quedará a descubierto y, aunque esto no sea de gran importancia para los “neocons” ni para sus cómplices, no obstante, representará un enorme desgaste de la imagen internacional de Estados Unidos.

 

Imagen arañada con el abandono del acuerdo nuclear con Irán, lo que puso a Washington en oposición a sus más tradicionales aliados europeos, y la desastrosa inauguración de la embajada estadounidense en Jerusalén, con lo que se atizó todavía más las sangrientas protestas palestinas en la frontera de Gaza e Israel, con un saldo de más de 100 muertos y miles de heridos.

 

Las dos decisiones se tomaron en estrecha colaboración con Israel, al que se le puede tener por uno de los cuernos del toro estadounidense en la región, Arabia Saudita representa al otro, involucrado en la criminal guerra contra Yemen, el país más pobre del mundo árabe, ya en su tercer año sin un final a la vista.

 

Sin embargo, la salida del JCPOA (sigla oficial del acuerdo con Irán) puede ser una cornada ruinosa, pues puso a la dirigencia europea contra la pared. Empecinado en imponer sanciones a las empresas europeas que insten a continuar haciendo negocios con Teherán, Washington terminará por obligar a sus aliados a decidirse de una vez por todas entre proseguir siendo vasallos o seguir un camino nuevo acorde con sus intereses.

 

Este es, precisamente, el mensaje explícito de la revista Der Spiegel, uno de los órganos de la prensa alemana más alineados con la agenda atlanticista angloamericana. Un editorial de la edición de esta semana, firmado por el jefe de redacción, Klaus Brinkbäumer, titulada “¿Hora de que Europa se una a la Resistencia?”, denota una profunda decepción e indignación:

 

“¿Y cuáles son los beneficios del acto radical de Washington? No hay ninguno. Tan sólo el caos donde había orden. Sólo caprichos estadounidenses, luego de décadas de estabilidad.

 

“Sin embargo, lo más chocante es que nos afecta directamente. Occidente como lo conocíamos ya no existe. Nuestra relación con EEUU no puede, actualmente, llamarse de amistad, y difícilmente se podría considerar una sociedad. El presidente Trump adoptó un tono que ignora 70 años de confianza. Quiere tarifas punitivas y exige obediencia. Ya no es el problema de si Alemania y Europa participarán en intervenciones militares externas, en Afganistán o en Irak.

 

Se trata ahora de saber si todavía existe la cooperación transatlántica en política económica, exterior y de seguridad. La respuesta es: no. Es imposible subestimar lo que Trump ha desmantelado en los últimos 16 meses. Europa perdió su potencia protectora. Perdió su garante de valores compartidos. Y perdió la influencia política global que sólo fue capaz de ejercer por tener a Estados Unidos a su lado. ¿Y qué sucederá en los dos años y medio (o seis años y medio) restantes del liderato de Trump? Todavía le queda tiempo para una escalada más.

 

En el reportaje principal, la conclusión es directa:

“En resumen, el problema se reduce al hecho de si Europa puede ver esa crisis como un llamado de alerta, como el inicio de una nueva política exterior común o si seguirá soportando las humillaciones de Trump, en lugar de colocarse como una fuerza diplomática opuesta.

 

“Wolfgang Ischinger, el diplomático alemán (ex embajador en Washington y Londres y actual presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich -n.e.), dijo que la crisis de confianza con Estados Unidos podría tener un efecto positivo. Es otro dramático llamado de alerta para que la Unión Europea, finalmente, tome sus propias riendas. Para el proyecto europeo, no puedo imaginar una motivación mejor que ese choque con Trump.” Ischinger es crítico del comportamiento europeo en los últimos meses: Deberíamos estar mejor preparados.”

 

En Sofía, Bulgaria, el miércoles 16 de mayo, el mismo presidente del Consejo Europeo, el americanófilo Donald Tusk, no ocultó su irritación al afirmar que “Europa debería” estar agradecida a Trump por acabar con las ilusiones del continente. Los europeos, subrayó, necesitan mantener un frente unido para conservar el acuerdo con Irán: “Al observar las últimas decisiones del presidente Trump, podríamos hasta pensar que, con amigos como ese, ¿quién necesita enemigos?” (PressTV, 16/05/2018).

 

Los demás miembros del JCPOA (Reino Unido, Francia, Alemania, China y Rusia), además de la Unión Europea), participan de una activa agenda de reuniones para hacer viable la conservación del acuerdo, contra la oposición estadounidense. Pero, nadie se haga ilusiones, pues serán inevitables las nuevas cornadas del toro enardecido.

 

Un golpe durísimo podría ser el uso del euro en las importaciones de petróleo de Irán por parte del bloque europeo, en lugar del dólar. La medida, según informó una fuente diplomática a la agencia rusa RIA Novosti, se estaría considerando en Bruselas y, de confirmarse, tendría consecuencias demoledoras en la estructura hegemónica estadounidense, que tiene en el “petrodólar” uno de sus pilares centrales. No obstante, los toreros europeos tendrán que ser muy valientes para encajar la puntilla.

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