Extraordinaria visita de Francisco a Abu Dabi

 

Por primera vez en 800 años, desde el encuentro en 1219 de San Francisco de Asís y el sultán Al-Malik-al-Kalim, en el auge de la Cruzadas, un Papa visitó un país musulmán. El viaje del Papa Francisco a los Emiratos Árabes Unidos, del 3 al 5 de febrero, fue un momento único de las relaciones entre cristianos y musulmanes.

 

Además de reunirse con los gobernantes de los Emiratos, el Pontífice participó en un encuentro interreligioso en Abu Dabi, luego del cual, a lado del Gran Imán de la Universidad Al-Azhar del Cairo, Al Tayyeb, la mayor autoridad religiosa del islamismo sunita, firmó el “Documento sobre la fraternidad humana para la paz mundial y la vida en común,” dirigida a todos los gobernantes mundiales y religioso para llamarlos a participar activamente en el diálogo de la paz y de la fraternidad.

 

La parte nodal del documento es la máxima de que todos los hijos de Dios están llamados a vivir en fraternidad; por ello, condena la violencia en nombre de la religión. Ambos líderes afirmaron su intención de trabajar por la paz del mundo y demostraron la responsabilidad común de las religiones.

 

Esa decisión sucede en un momento en el que el mundo sufre múltiples conflictos sangrientos en Medio Oriente, además de los choques políticos y comerciales de Estados Unidos y China y de la nueva carrera armamentista que ya se vislumbra con la cancelación del tratado ruso-estadounidense de prohibición de misiles nucleares de alcance intermedio (INF). El documento, significativamente, afirma que los extremismos religiosos y nacionalistas, así como la intolerancia, han producido en el mundo lo que se puede calificar de señales de la “tercera guerra mundial librada poco a poco.”

 

Es notable la fraternidad destacada por el Papa en su discurso; “Dios está en el origen de la única familia humana. (…) La fraternidad se establece aquí en las raíces de nuestra humanidad común, cual una vocación contenida en la voluntad de Dios. De ahí se desprende que, en nombre de Dios Creador, se debe condenar sin titubear toda forma de violencia y que ninguna forma de violencia se puede justificar en nombre de la religión.”

 

Para Francisco agregó, “no hay otra opción: o construimos el futuro juntos o no habrá futuro. Es por ello que las religiones, en particular, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre pueblos y culturas. Para construir un futuro que tenga sus cimientos en la paz, los elementos infaltables son la educación y la justicia. Esto es particularmente importante respecto a los jóvenes, ya que muchas veces están rodeados de mensajes negativos y de noticias falsas, y tienen que aprender a no rendirse a las seducciones del odio y del prejuicio materialista.”

 

Francisco observó que los mundos islámico y cristiano, a pesar de la multiplicidad de cultura y de tradiciones, valoran los principios comunes y saben protegerlos: vida, familia, significado religioso, respeto de los ancianos, educación humana de los jóvenes y de otros. Así que, dijo, es necesario “desmilitarizar el corazón humano.” “La fraternidad humana nos exige, en nuestra calidad de representantes de las religiones del mundo, el deber de rechazar todas tentaciones de aprobación de la palabra ‘guerra’. Sus consecuencias mortíferas están ante nuestros ojos. Pienso en particular en Yemen, en Siria, en Irak y en Libia,” afirmó. 

 

El documento firmado

Los dos guías espirituales subrayan en la introducción del documento la “atmósfera amistosa y fraterna: compartimos las alegrías, las tristezas y los problemas de nuestro mundo contemporáneo. Lo hicimos considerando el progreso científico y técnico, las conquistas terapéuticas, la era digital, los medios masivos de difusión y las comunicaciones. También reflexionamos sobre el grado de pobreza, el conflicto y el sufrimiento de tantos hermanos en diferentes partes del mundo, consecuencia de la carrera armamentista y de muchas otras causas. De nuestras conversaciones fraternas y abiertas surgió la idea de la fraternidad humana. Se trata de un texto que recibió un pensamiento honesto y serio, para ser la declaración conjunta de buenas y sinceras aspiraciones. Es un documento que invita a todas las personas que tengan fe en Dios, y en la fe en la fraternidad humana a unirse a unirse y trabajar juntas, para servir de guía de las futuras generaciones, a fin de promover una cultura de respeto mutuo, en la conciencia de la gran gracia divina. Todos los seres humanos son hermanos y hermanas.”

 

La declaración realza que la adopción de una “cultura de diálogo” es el camino que ha de seguirse. El texto afirma, además, que “los dos líderes religiosos llaman a los líderes del bien, así como a los arquitectos de la política internacional y de la economía mundial a trabajar arduamente para diseminar la cultura de la tolerancia y de la convivencia pacífica… con el fin de impedir el derramamiento de sangre inocente y el fin de las guerras, de los conflictos y de la decadencia ambiental, y a la declinación moral y cultural que el mundo está experimentando en el presente.”

 

Convoca igualmente a “filósofos, figuras religiosas, artistas y profesionales de la prensa, así como a hombres y mujeres de cultura de todo el mundo a redescubrir los valores de la paz, de la bondad, de la belleza, de la justicia, de la fraternidad y de la coexistencia para confirmar la importancia de estos valores como anclas de elevación de todos y promoverlos en todas partes.”

 

Francisco y Al-Tayyeb identifican las causas de la crisis actual: “la conciencia humana desensibilizada, el distanciamiento de los principios religiosos y el individualismo predominante acompañado de filosofías materialistas que deifican a la persona humana y ponen el mundo y los valores materiales en lugar de los principios supremos y trascedentes.” Destacan la paradoja de que, “a pesar de los fantásticos pasos dados por la industrialización moderna en los campos de la ciencia, de la técnica, de la medicina, de la industria y del bienestar,” hay al mismo tiempo “un deterioro moral que influencia actos internacionales de extremismo religioso y agnóstico.”

 

Principios fundamentales

El documento reafirma varios principios fundamentales que sostienen a la sociedad humana:

*la familia, al ser el núcleo humano fundamental de la sociedad y de la humanidad, es esencial para traer a los niños al mundo, para educarlos y para darles sólida formación moral y seguridad doméstica.

 

*la importancia de una buena educación y la necesidad de trasmitir principios morales en la educación religiosa para enfrentar las tendencias de egoísmo, radicalismo y extremismo ciego (los dos líderes lo califican de “desvío de las enseñanzas religiosas” y llaman a que se “deje de usar las religiones o incitar al odio, a la violencia, al extremismo y al fanatismo ciego, y abstenerse de usar el nombre de Dios para justificar asesinatos, exilio, terrorismo y opresión”);

 

*otro principio es la “libertad,” señalado en el derecho de cada individuo a disfrutar de la libertad de creencia, de pensamiento, expresión y de actuar. Para ambos, el pluralismo y la diversidad de religiones, color, sexo, raza y lengua son determinados por Dios, en su sabiduría, con la cual crió a los seres humanos;

 

*la justicia fundada en la misericordia constituye el camino que debe seguirse para alcanzar la vida digna a la que humano tiene derecho; y que todos los lugares de culto sean protegidos; los dos líderes religiosos condenaron con fuerza el terrorismo, que “amenaza la seguridad de las personas, ya sea en Oriente u Occidente, en el Norte o el Sur. Siembra pánicos, terror y pesimismo, pero esto no se debe a la religión, ni siquiera cuando los terroristas la instrumentalizan. Se debe, antes, a un cúmulo de interpretaciones incorrectas de textos religiosos y de normas ligadas al hambre, a la injusticia de la pobreza, a la opresión y al orgullo.”

 

Destacan por último el concepto de “ciudadanía” fincado en la igualdad de derechos y deberes, bajo los cuales todos gozan de justicia. Además reconoce el derecho de las mujeres a la educación y al empleo, y la protección del derecho de los niños a crecer en un ambiente familiar para recibir educación y nutrición, y el derecho de los ancianos, discapacitados y oprimidos.

*MSIA Informa

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