Gradualmente, surge un sistema monetario paralelo en yuans

 

 A cada acción, generalmente, corresponde una reacción que a veces sorprende a quien inicio el litigio. Este es el caso de la política arancelaria y de sanciones de Donald Trump, la cual está determinando las condiciones para la creación de un sistema monetario paralelo basado en el yuan chino, utilizable tanto para el comercio como para reserva monetaria, en especial, en Asia.

 

Incluso las propias acciones estadounidenses contra los que persisten en importar petróleo de Irán están apuntando en tal dirección. China es el principal importador de energía de Irán y seguirá haciéndolo.

 

Consecuentemente, el problema surgirá en el momento del pago en dólares.

 

Todos los años, China importa 250 mil millones de dólares en petróleo del resto del mundo y 150 mil millones de productos como acero, cobre, carbón y soya. Hasta ahora, todas estas commodities están acotadas y negociadas internacionalmente en dólares. Por ende, China también debe pagarlas con la moneda estadounidense –lo que confiere a Washington un amplio margen de “maniobra” sobre lo que compra China y de quien.

 

En realidad, en los últimos años, Estados Unidos nunca ocultó una intención y la capacidad de hacer uso de esa prerrogativa para condicionar ciertos acontecimientos en una perspectiva geopolítica y geoeconómica.

 

Por ejemplo, impusieron fuertes penalidades financieras contra algunos bancos extranjeros, como el inglés Standard Chartered y el francés BNP Paribas, por haber efectuado transacciones financieras en dólares con Irán, aunque los bancos citados no hubieran violado ninguna regla de los países en que los acuerdos fueron estipulados.

 

Lo mismo puede acontecer hoy con los bancos, chinos o no, eventualmente involucrados en operaciones con dólares para pagar los contratos de importación de petróleo iraní. Pensar en constreñir esas importaciones, incluyendo a China, Japón, India y Corea del Sur, a cambiar de proveedor, por ejemplo, pasando a comprar a Arabia Saudita, aliada de Washington, puede revelarse un grave error de cálculo.

 

Ante esta situación, están surgiendo una serie de nuevos instrumentos cambiarios internacionales, como alternativas al dólar. Desde hace algún tiempo, Pequín viene trabajando en esa dirección y pretende que el yuan desempeñe el papel central.

 

En primer lugar, para alentar el uso de su moneda nacional en el comercio, el gobierno chino está facilitando el acceso al financiamiento en yuans mediante organizaciones offshore con sede en Hong Kong.

 

Segundo, para persuadir a los exportadores de petróleo a China para aceptar pagos en yuans, Pekín pretende demostrar que los países productores podrían usar el yuan no solamente para la compra de productos chinos. Par lograrlo, Pekín planea ofrecer productos financieros con valores seguros y estables y fácilmente convertibles, lo que podría, en el futuro, convertirse en una alternativa real a los títulos del Tesoro de los EUA.

 

Por el momento, China está ofreciendo contratos futuros de petróleo y oro, lo cual, entre otras cosas, permitiría a los interesados establecer una garantía sobre los precios del petróleo, pero también convertirlos en oro.

 

El proceso parece lento, pero es irreversible. China ya convenció a Qatar de aceptar el yuan en pago de parte del petróleo comprado. Además, en consecuencia del importante acuerdo plurianual de compra del petróleo y el gas rusos por China, Moscú cambio a yuans el equivalente de 50 mil millones de dólares de sus reservas monetarias.

 

Pekín ya firmó acuerdos de swaps monetarios (cambio) con más de 30 países, incluyendo Japón y Rusia, permitiendo que el yuan sea usado en el comercio bilateral, como alternativa al dólar. Y vale recordar que diversos proyectos de cooperación entre Brasil y China ya están financiados y regulados en yuans.

 

En la víspera de la reciente cumbre del G-20 en Osaka, Rusia y China firmaron un acuerdo para usar las respectivas monedas nacionales hasta en un 50% de todos sus negocios bilaterales para los próximos años. Y debe observarse que, en paralelo, los dos países están expandiendo enormemente sus reservas de oro.

 

La propia realización de la Iniciativa Franja y Ruta, la Nueva Ruta de la Seda, y el papel del financiamiento del banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB), contribuirá a la internacionalización del yuan. Muchos proyectos de infraestructura con los países asiáticos involucrados ya están estipulados en moneda china.

 

A propósito, es muy interesante leer el último boletín del Banco Mundial sobre la economía de los países del África Subsahariana, donde la presencia china es visiblemente grande. En la región, la composición del valor total de las deudas públicas y privadas, por monedas extranjeras se divide de la siguiente forma: 62.4% en dólares; 5.7% en euros y 25% en otras monedas, con predominancia del yuan.

 

Tales procesos de alcance global tendrán, igualmente, efectos inevitables sobre Europa, quien está llamada a desempeñar un papel activo y no subalterno de otros intereses.

*MSIa informa

Noticias relacionadas

Comenta