Publicado por: Editoria en Asuntos internacionales, 2 de julio de 2016 (MSIA Informa)
La reunión cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai (SCO, por sus siglas en ingles), realizada los días 15 y 16 de junio en la capital de Kasajistán, Astana, tiene una importancia específica. Por lo que representa históricamente la región en la balanza del juego geopolítico angloamericano, hay que poner atención cuando un acto reúne a los jefes de Estado y a altos representantes de los gobiernos de 13 países de aquella parte del mundo: Rusia, China, Kazakstán, Kirguistán, Tayikistán, Uzbekistán, India, Paquistán, Afganistán, Irán, Mongolia, Sri Lanka y Bielorrusia.
La SCO fue creada hace diez con el objetivo claro de sus dos socios principales, China y Rusia, de impedir la penetración militar de Estados Unidos en Asia Central. La idea inicial ha evolucionado y ha conseguido que las aspiraciones de sus miembros originales y las de los países vecinos coincidan. Como grupo también ha manifestado sus iniciativas para participar activamente de los cambios mundiales en marcha.
La reunión de Astana reflejó este entendimiento, como comenta el ex diplomático indio M.K. Bhadrakumar en un artículo publicado el 18 de junio en el portal de internet AsiaTimes Online (SCO camina fuera de Asia Central). En sus propias palabras:
“El acontecimiento tuvo lugar como una sobria e introspectiva ocasión. No se hicieron grandes declaraciones. Hubo una evaluación de que las amenazas de seguridad permanecían y de que la cooperación económica podría ser mucho mejor.
“Hay una satisfacción porque el organismo –que reúne a China, Kasajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán- es cada día más influyente y sus mecanismo consultivos multifuncionales se han vuelto operativos, en especial el centro contra el terrorismo con sede en Tashkent [capital de Uzbekistán –n.e.] ya logró desmantelar unas 500 tramas terroristas.
“Se destacan varias tendencias nuevas, en la medida en que SCO deja la infancia y la adolescencia. De una organización regional limitada a Asia Central y sus colindancias, SCO se puede convertir en la integración de toda la masa continental euroasiática, de la cual 40 por ciento permanece todavía fuera de la organización. Antes de su viaje a Astana para asistir a la reunión, el Presidente chino, Hu Jintao, visitó Ucrania. Igualmente, Bielorrusia fue admitida como un “socio de diálogo.”
“Con mayor certeza, SCO entiende que la seguridad de Asia Central y del Sur de Asia es indivisible. La integración de los dos grandes países surasiáticos, India y Paquistán, está en los planes –la reunión finalizó sus normas para adhesión y negociaciones. Funcionarios del gobierno indio exhalan optimismo. En la medida en la que se complete el proceso, SCO se habrá transformado más allá de lo imaginado en sus humildes orígenes”.
En su calidad de alto funcionario veterano del gobierno indio, aunque ya en retiro, Bhadrakumar resalta el enorme alcance estratégico de la integración de su país y de su rival histórico, Paquistán, a la SCO:
“Para los dos adversarios surasiáticos, basta decir que, en la medida en la que experiencia de integrar la SCO se materialice, no quedaría en una mera novedad, sino también en algo hasta ahora impensable en su turbulenta historia de 64 años. Es electrizante pensar que, algún día, jefes militares indios y paquistaníes puedan conversar bajo la sombra de la SCO –y, también, sin el ubicuo facilitador-mediador estadounidense. (…)”.
ASÍ SINTETIZA LAS PERSPECTIVAS INMEDIATAS DE LA ENTIDAD:
“En síntesis, la SCO no solamente tomó prestada la brillante idea estadounidense de una estrategia de la “Gran Asia Central” dedicada a fomentar los lazos entre las regiones del Centro y Sur de Asia y, por consiguiente, debilitar los lazos de Rusia y China en la SCO-, sino que está construyendo una que lleva al seno de la organización las aguas del océano Índico. Incidentalmente, la reunión de Astana admitió también a Sri Lanka en calidad de “socio de diálogo.”
“En resumen, la SCO sigue insistiendo en que no aspira a ser una “OTAN del Este” o una alianza militar. Por otro lado, está organizada para hacer sencillamente intrascendente a la OTAN (y a la Pax Americana) para una masa continental entera que, con la inclusión de India y de Paquistán, representará más de la mitad de la Humanidad. La OTAN puede enfrentar una situación mordaz, cuando aspira a ser la única organización de seguridad disponible en el siglo XXI”.
No por coincidencia, la declaración de la reunión www.sectsco.org/EN endosa la posición común de Moscú y de Pequín ante los acontecimientos de Oriente Medio y del Norte de África: la estabilidad regional; la importancia de dejar a los países de la región la terea de establecer sus propios términos para la democratización, de acuerdo con las condiciones nacionales y sus tradiciones culturales e históricas; la solución de las diferencias con el diálogo; limitar el papel de la comunidad internacional en la contribución para la reconciliación nacional; y el imperativo de que la comunidad internacional actúe de acuerdo con las leyes internacionales y el principio de la no intromisión en los asuntos internos de los Estados soberanos y el respeto a la integridad territorial de los Estados Independientes.
Igualmente, el documento apoya las preocupaciones rusas con la renovada intención estadounidense de establecer una defensa contra proyectiles en su entorno y señala una preocupación generalizada con la situación de Afganistán, en el sentido de evitar el establecimiento de una presencia militar permanente de Estados Unidos después de 2014, fecha anunciada por Washington para la salida de las fuerzas de la OTAN del país. Como parte de esto, el Presidente de Afganistán, Hamid Karzai, participó en el encuentro, como parte de la adhesión de su país en condición de observador.
Y, en una demostración de que la SCO vislumbra una pauta con nuevas reglas, gran parte de la estrategia de estabilización de la seguridad regional se funda en el estrechamiento de los lazos económicos y, en especial, en la construcción de infraestructura. Como observó una nota del periódico chino People’s Daily (15/06/2011), “entre otras medidas concretas, está la construcción de una red de ferrocarriles, autopistas y ductos, que ligan a Asia Central aislada del mar y sus ricos recursos naturales a la economía mundial.”
Con la comprensible reticencia de los demás jefes de Estado presentes a manifestarse de la misma forma, le cupo al presidente iraní, Mahmoud Ahmedinejad expresar más vivamente las perspectivas del proceso desencadenado por SCO, al afirmar que la organización puede asumir un papel más activo en la superación del sistema mundial de “esclavistas y colonizadores” para sustituirlo con un orden mundial más justo:
“¿Cuál de nuestros países [participó] en la era negra de la esclavitud o en la destrucción de centenas de millones de seres humanos?… Creo que, juntos, podemos reformar la forma en cómo se administra el mundo. Podemos restaurar la tranquilidad de mundo (Press TV, 15/06/2011).”
La integración física de Eurasia y la modernización conjunta de sus economías es la señal de la perspectiva para convertir la región entera en un poderosísimo “motor” para la reconstrucción económica y financiera mundial, luego de la inevitable caída del orden financiero internacional actual, corroído por procesos especulativos desvinculados por completo de la economía real.
Para Europa y Estados Unidos, la participación cooperativa en ese impulso representa la mejor opción para superar los efectos nugatorios de la crisis financiera, principalmente, las amenazas de caos social que amenazan a un número creciente de países cuyos dirigentes políticos insisten en seguir caminos que terminan en precipicios.
Desde los tiempos del “Gran juego” del siglo XIX, la disputa entre los imperios británico y ruso por la hegemonía de Asia Central, el dominio de la región euroasiática constituye un nuevo elemento central de la estrategia imperial de Londres y, luego, de Washington y Nueva York.
Fue el geógrafo británico Halford Mackindeer, a principios del siglo XX, quien fundó el cuerpo doctrinal de la geopolítica anglo-americana que se basa en la premisa de que la potencia que dominase la masa continental euroasiática dominaría el mundo. Esta se adoptó posteriormente por estrategas del calibre de Bernard Lewis, Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger y los “neoconservadores” que dominaron el gobierno de George W. Bush.
Con la vista puesta en el dominio de los vastos recursos naturales de la región y el bloqueo de todo esfuerzo de integración física y de cooperación política y económica entre los países de la región y, principalmente, entre estos y Europa –proceso que, por sí mismo, exige una dinámica de cooperación ajena al pensamiento hegemónico anglo-americano.