Paolo Raimondi, desde Roma*
En entrevista reciente al diario londinense Financial Times el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que, en este momento, “se está decidiendo si la Unión Europea (UE) es un proyecto político o solamente de mercado”, y que se excluye cualquier otra opción además de la creación de un fondo para “emitir una deuda común con una garantía común”, para financiar a los Estados-miembro con base en sus necesidades y no “en la dimensión de sus economías”. Esto podría ser una intervención decisiva para desbloquear a la UE en lo tocante a una futura adopción de títulos europeos, los eurobonds.
Esperando que, una vez más, él no cambie de idea a mitad de la travesía, ciertamente, la adopción de los eurobonds no sería bloqueada por la poco confiable Holanda, país que se volvió una especie de paraíso fiscal para las grandes corporaciones europeas e internacionales operando en toda la UE, pero con base fiscal en el país de los tulipanes.
El juego se libra en Alemania, donde, sin embargo, las cartas de ninguna forma son claras y definitivas. El mundo político alemán está claramente dividido sobre el tema y el concepto de solidaridad, en lo que tal vez sea uno de los contrastes internos nos más destacados después de la reunificación alemana.
El presidente Frank-Walter Steinmeier, en su primer discurso televisado al país en los últimos tres años, dijo: “Nosotros, los alemanes, no estamos simplemente llamados a demostrar solidaridad hacia Europa, estamos obligados a hacerlo…Esta es una prueba de humanidad…Mostremos a las personas lo mejor que está dentro de nosotros. Y, por favor, hay que demostrarlo también a toda Europa”.
La campaña contra el “rigorismo” tiene el apoyo de la revista Der Spiegel, el semanario nacional más importante, el cual afirmó en reciente editorial. “El rechazo alemán a los eurobonds es tacaño, cobarde y no solidario”, y amplió. “Quizá, valga la pena recordar por un momento quien financió la reconstrucción de Alemania en la posguerra”.
El mundo industrial alemán está muy atento a la cuestión. Reinhold Wuerth, uno de los mayores empresarios del sector de herramientas mecánicas y plásticas, con filiales en Italia, dijo que la negativa alemana a los “eurobonds” denota “la cerrazón con la que trabaja el gobierno federal. Según dijo, los “eurobonds” deben emitirse en una cantidad de por lo menos 5 billones de euros. Un mensaje, en un lenguaje menos fuerte vino de la Federación Industrial Alemana (BDI) y de las empresas automotrices que tienen en Italia una asociación productiva muy importante.
Otras relevantes iniciativas provienen del ex-canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder y de su correligionario Martin Schulz, ex-presidente del Parlamento Europeo, quien encabezó una delegación de parlamentarios alemanes para expresar su solidaridad a los italianos en la embajada en Berlín.
Del lado opuesto, el periódico Die Welt instó a la canciller Angela Merkel a resistirse a los “eurobonds”, con el duro argumento de que la “mafia está esperando una nueva lluvia de dinero de Bruselas”, volviéndose en el portavoz de los “duros” y de los intransigentes. En una editorial, el diario afirmó que “la solidaridad es una categoría europea importante, pero la soberanía nacional y la responsabilidad de los políticos en relación a sus bases también son fundamentales”. Y advirtió que los bonos europeos representarían “un gigantesco daño de miles de millones de euros para los contribuyentes alemanes”. En la misma línea, el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) afirmó también que los “eurobonds” son un “instrumento falso”.
“Ustedes saben que no creo que deba haber una garantía común de deudas y, por tanto, rechazamos los eurobonds”, respondió Merkel, argumentando que existen otras herramientas para demostrar solidaridad entre los países europeos, pero “dentro de la estructura de los tratados europeos actualmente en vigor”.
Sin embargo, las presiones para que la canciller vire de rumbo se están multiplicando. En una carta abierta, 200 científicos e intelectuales europeos e internacionales afirman que “los títulos europeos, ligados a esta emergencia, pero con un significado histórico más amplio, son la garantía necesaria para concluir los esfuerzos compartidos por el Banco Central Europeo y por los Estados individuales. Como lo fue sugerido por economistas alemanes y europeos, esta propuesta permitiría enfrentar una emergencia que podría transformarse en una crisis de la zona del euro y acabar en una tragedia social y económica”.
Otro llamado a favor de los “eurobonds”, firmado por siete grandes economistas alemanes se publicó en el FAZ.
Una declaración conjunta ítalo-alemana titulada “Solidaridad europea ¡ahora!”, dirigida a gobiernos e instituciones europeas, fue iniciada en Alemania por un grupo de parlamentarios del Partido Verde y firmada por casi 25 mil políticos y profesionistas europeos de diversas áreas. El documento afirma: “Ahora, debemos demostrar que somos una comunidad de valores en que nos ayudamos y con un destino común en el contexto de un mundo global turbulento. Llegó la hora de la unidad europea y no de las divisiones nacionales. Esperamos, por lo tanto, la emisión de títulos europeos de salud (Títulos europeos de apoyo a la salud) que tengan un objetivo común, claro, definido y sujeto a directrices acordadas en conjunto. Esto permitiría que todo el ser fuese soportado en conjunto y democráticamente”.
Tal vez el periódico económico alemán Handelsblatt esté en lo cierto cuando reconoce que “aquellos que comparten una moneda también necesitan de una política económica común, un presupuesto común y obligaciones de largo plazo comunes, por lo menos para una pequeña parte de la deuda pública general. Pero los gobiernos no se arriesgan a contar a los ciudadanos. Y termina con un mensaje: “Al final, la zona del euro podría desintegrarse y sería una catástrofe para todos los Estados que todavía se sienten fuertes y grandes en esta crisis”.
*MSIa Informa