La Bruja de Tehuantepec

Siempre he considerado a la Ciudad de México como un gran desierto Urbano, claro, en el sentido que se refiere a la escasez de buenos lugares nocturnos. En todas partes suenan ritmos pseudo latinos que no son más que un beat de reggaetón intercalado con sonidos de banda (esas que tu vecino pide los domingos, que te hacen reflexionar si de verdad su matrimonio lleva un buen rumbo), lo que quiero decir es que, escasean los lugares donde puedes echar chela, con la tranquilidad de que no terminaras escuchando Badbunny.

He de admitir que por un tiempo caí en las mieles del perreo, pero, ¿y quién no lo haría?, con tantas morras de moral distraída moviendo las caderas en un afán de ver quien puede captar más miradas de pubertos necesitados de “la caricia”, sí, así es, yo llegué a ser de esos pubertos, en mi experiencia el tratar de escapar de estos lugares es una odisea en la cual terminas rindiéndote, lo sientes en tu interior te acabas de convertir en lo que juraste destruir.

Pero la Ciudad de México te ofrece algunos oasis en este desierto urbano.

En uno de esos días donde no esperas más de la noche más que unos buenos tacos callejeros afuera de alguna estación del metro, escuché un pequeño llamado del rock; con la única esperanza de que no fuera solo un espejismo musical, me acerque al origen de los guitarrazos y tamborazos, el lugar era pequeño (en verdad pequeño), pero envuelto en esas luces medio tenues iluminado el tabique rojo en las paredes, una apariencia tan rústica pero que es tan cálida que invitan a entrar a un lugar donde el lujo pasa a segundo plano, es difícil encontrar lugares que sacrifiquen el lujo por la calidez humana y eso queridos lectores en lo que es de resaltarse en este lugar, la calidez con la que eres recibido por una, en verdad bella y pequeña mesera, la calidez de su sonrisa seguida de un “que vas a pedir”.Una pantalla conectada a Youtube, era la encargada de amenizar el lugar con canciones de “The Cure”, “Queen” (claro, en esta temporada en cualquier lugar se escucha Queen), “The Foals”, “Oasis”, etc…

Yo lo sé, sé que es un algoritmo el que decide que canción sigue después de otra pero, debo admitir que sabe por dónde pegarle a la nostalgia.

Pero amigos, no era un algoritmo, era una lista de espera, donde vas a la barra y pides tú canción, ¿Dónde habían estado toda mi vida, todas mis pedas? Ese detalle te hace sentir más cobijado, quizás ese es el truco, el que te hagan sentir que estas entre amigos para que así no puedas irte porque, ¿Quién dejaría a sus amigos en una peda?. En aquel lugar no encontraras la basta coctelería, pero seamos honestos, chela, mezcal y rock&roll, es el sueño que tenías cuando escuchabas reactor un viernes mientras te dirigías a esa peda buchona en el Edo.Mex.

Cuando menos me di cuenta, me encontraba en una mesa rodeado de personas que en mi vida había visto, pero sentía que los conocía desde siempre, quizás porque compartimos esa misma adolescencia marcada por el sonido de un riff de guitarra y de mi mamá golpeando la puerta gritando que le bajará a esa chingadera.

Unas cuentas cervezas Jabalí me acompañaron mientras gritando-cantando canciones de Bengala me reencontraba con un viejo amor de secundaria y al mismo tiempo me enamoraba de uno nuevo, el mezcal.

Sinceramente, creo que corrí con suerte esa noche pues. justo cuando la noche se perfilaba para ser una de esas donde puedes jactarte de haber encontrado una pequeña joya y en el fondo de tu corazón sabes que no puede mejorar, empiezan a llegar unos sujetos con instrumentos y ves como poco a poco comienzan a armar sus trates como un ritual sectario, sabes lo que va a ocurrir, pero te muestras escéptico, el ambiente ya era bueno antes de que estos sujetos llegaran, pero… ¿Qué pueden aportar que un algoritmo no haya ya contemplado esa noche?

-Buenas noches, nosotros somos “Turet”- esa fue la frase de inicio. (Lo sé, no puede haber una línea más cliché que esa).

Quisiera poder describir sonoramente el estruendo, el power, pero eso le corresponde a ustedes, lo que sí está a mi alcance para contarles, es que, ningún algoritmo se va a comprar con el destino, con la suerte con la que corrí al escucharlos en vivo aquella noche.

Si pudiese resumir mi noche en esa pequeña cobachita en la colonia Roma Sur, sería como haber estado en una “peda” con tus amigos de preparatoria; perfecta para un reencuentro con un viejo amor de secundaria, quizás sea porque el ambiente del lugar pero te da la sensación de que el tiempo no pasa, ni pasará.

Después de esa noche en “La Bruja de Tehuantepec”, un sentimiento de esperanza recorrió mi ser, una esperanza de que, quizás esta Ciudad no solo son los bares de Madero, y que si buscas, y corres con suerte, puedes encontrarte con lugares que te recuerdan a tu primer amor, los guitarrazos y tamborazos.

Tehuantepec 27 local A, Roma Sur, 06760 CDMX
Fuente: /laalcantarillacdmx

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