Mario Lettieri y Paolo Raimondi
África del Sur fue la sede de la décima cumbre del grupo BRICS celebrada en Johannesburgo entre el 25 y el 27 de julio pasado. Por desgracia, el evento fue totalmente ignorado en Europa, tanto por las instituciones políticas más elevadas como por los medios de comunicación, actitud miope muy reveladora de toda la impotencia política de la Unión Europea (UE) frente a los grandes cambios geopolíticos determinantes de la Historia.
Nadie piensa que las alianzas tradicionales deban romperse o que nuevas estrategias venturosas sean imaginadas. Simplemente, no es mucho pedir no se cierre los ojos a la cambiante realidad y su continua evolución. Sería igual si Europa hubiera permanecido anclada al período inicial de la Comunidad del Carbón y del Acero (CECA), mientras el mundo se “encaminara” hacia el petróleo, la energía nuclear y, en seguida hacia la fusión nuclear y las tecnologías más sofisticadas de las energías renovables.
La actitud de la UE y de los gobiernos europeos frente al BRICS parece cada vez más aferrada al documento 2011/2111 (INI) de 2012, titulado “Propuesta de resolución del Parlamento Europeo sobre las políticas nacionales de la UE referentes a los BRICS y otras potencias emergentes: objetivos y estrategias”.
Aquí se afirma lo siguiente: “Teniendo en cuenta las grandes diferencias con el BRICS, son respeto a sus políticas, sistemas económicos, tendencias demográficas, sociales y políticas externas, Europa adopta una política exterior diferenciada, involucrando asociaciones y acuerdos separados para construir sinergias con los países individuales del BRICS y otros países emergentes, y desestimular la consolidación de grupos alternativos de estados potencialmente convergentes en términos de política exterior”.
Europa, por tanto, prefiere ignorar al grupo, subestimando el hecho de representar el 23% del PIB mundial y el 18% del comercio global. El objetivo es solamente mantener relaciones bilaterales con sus miembros individuales.
Sin embargo, la declaración final de la cumbre de Johannesburgo, entre los diversos temas abordados, enfatiza la importancia de buscar alternativas virtuosas a las políticas desestabilizadoras estilo guerras comerciales lanzadas por los EUA de Donald Trump. A todas luces, sería altamente significativo y ciertamente incisivo si la voz de Europa se hiciese escuchar al respecto.
En este momento, a muchos les gustaría hacer explotar y no reformar los diversos tratados internacionales de cooperación, como el de la Organización Mundial de Comercio (OMC). El grupo BRICS, por otro lado, defiende correctamente la adhesión a los principios de la Carta de las Naciones Unidas y renuevan el compromiso por un orden mundial multipolar y con el fortalecimiento de las instituciones multilaterales de gobernanza global.
En el plano económico, identifican con precisión los grandes retos, “en los crecientes conflictos comerciales, en los riesgos geopolíticos, en la volatilidad de los precios de las “commodities”, en el elevado endeudamiento público y privado y en el crecimiento desigual y no suficientemente amplio”.
A nuestro ver, las deliberaciones del grupo avanzan en la dirección correcta para el establecimiento de las bases de un posible nuevo orden monetario mundial. Para este fin, utilizan el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y el Acuerdo Contingente de Reservas (ACR), un acuerdo financiero para apoyar a los países con dificultades presupuestales. Al mismo tiempo, entró en vigor el Fondo de Títulos en Moneda local, con el objetivo de promover inversiones en infraestructura y en la modernización de sus economías, extensivo a otros países emergentes.
Recordemos que, en los últimos meses, los dos líderes del grupo, China y Rusia, han dado secuencia a un activo proceso de diversificación de sus reservas monetarias y una “desdolarización” progresiva de sus respectivas economías.
En Rusia, por ejemplo, la cuota de oro en las reservas aumentó diez veces en la última década, mientras las inversiones en Títulos de Tesoro de los EUA cayeron al mínimo, hasta solamente 15 mil millones de dólares, contra 176 mil millones de dólares, en 2010. Las reservas de oro del país están entre las cinco mayores del mundo, llegando a cerca de 2 mil toneladas, según algunas estimaciones, equivalentes al 18% de las reservas mundiales del metal. Un proceso semejante se está desarrollando en China, quien adquirió en los últimos cuatro años 800 toneladas de oro y, aunque de forma más cuidadosa, está disminuyendo el stock de Títulos de deuda de los EUA, cayendo del pico de 1.6 billones de dólares, en 2014, a cerca de 1.2 billones.
Ocurrida en paralelo a las conmemoraciones del centésimo aniversario del nacimiento de Nelson Mandela, la cumbre de Johannesburgo puso un gran énfasis en la creación de infraestructura e inversiones en todo el continente africano.
A pesar de su precoz posicionamiento sobre el grupo BRICS, el interés europeo debería ser más participativo y eficaz. Además, en Bruselas y en otras capitales europeas, el tema principal y políticamente complejo es la gestión de los flujos migratorios provenientes del continente africano. Por consiguiente, el desarrollo y cualquier política de apoyo al proceso económico y democrático de los países africanos debería interesar a toda Europa, sobre todo, a nuestro país.