Mouris Salloum George*
No termina aún el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de desahogar su agenda sobre las elecciones generales de 2018, cuyo núcleo es la calificación de los resultados para declarar Presidente constitucional electo, y en centros de reflexión, estudio y análisis está planteándose ya, de nuevo, el imperativo de la Reforma Política.
Es pertinente la cuestión, habida cuenta que, si la elección presidencial acredita entre partidos y candidatos beligerantes el principio de legitimidad en su desenlace, en el marco general de las campañas y su culminación siguen apareciendo puntos negros en materia de legalidad.
Procedimientos sancionadores de la autoridad administrativa y sentencias de la instancia jurisdiccional en casos de impugnación,así lo indican. Ambas instituciones siguen respondiendo a las críticas sobre la persistencia de conflictividad electoral,que actúan conforme la normatividad que nos da el legislador.
El legislador, en efecto, desde hace varias legislaturas federales, ha orientado y aprobado iniciativas a conceder más privilegios a la partidocracia, en detrimento del derecho ciudadano.
Dar el salto a la reforma participativa
Lo que algunos estudios académicos y aun proyectos de ley introducidos al Congreso de la Unión todavía sin dictaminar ponen en el centro del debate, es la distorsión y el agotamiento de la democracia representativa, para dar el salto a la reforma participativa al través de figuras que abran cauces directos al ciudadano a la toma de decisiones del poder público.
Entre esas iniciativas se encuentra, por ejemplo, la revocación de mandato ya propuesta discrecionalmente al calor de los resultados del 1 de julio.
Es menester esa opción sancionatoria a los favorecidos por la voluntad popular,a la luz de las conductas que asumen los depositarios del poder, que actúan como si se les hubiera endosado un cheque en blanco.
La revocación de mandato, en algunos casos, ha tenido su origen en la iniciativa ciudadana, cuyos resultados no pasan por la obligatoriedad de los órganos legislativos.
Tres avances que no se compaginan con su aplicación
La más reciente reforma electoral de 2014 fue festinada, además de la iniciativa ciudadana, por tres de sus ofertas: 1) Gobierno de coalición, que no ha pasado a la ley reglamentaria; 2) Consulta popular en asuntos fundamentales, y 3) Candidaturas independientes.
La consulta popular fue condicionada en tales términos, que encontró camino de retorno en el salón de plenos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Las candidaturas independientes fueron desacreditas por sus propios usufructuarios. La transgresión mayor estuvo a cargo de tres candidatos presidenciales, a los que se les impusieron multas irrisorias.
Hombres de pensamiento y experiencia al Congreso
La expectativa de una Reforma Política de gran calado y largo aliento se funda en una nueva correlación de fuerzas partidistas en las cámaras del Congreso de la Unión.
Si fuera necesario señalarlo, al nuevo Congreso arribará un político al que se debe la maciza iniciativa de Reforma del Estado, no por accidente dinamitada desde la misma Secretaría de Gobernación en el sexenio 2000-2006.
Llegan también legisladores que participaron en el diseño y aprobación de la Constitución Política de la Ciudad de México.
Un signo de confianza lo representa el ingreso al Senado de la doctora Olga Sánchez Cordero, emanada de la Corte.
Vale recordar que ese órgano es el Tribunal Constitucional por excelencia. Es un hándicap, si de clarificar el proceso de formación de leyes se trata y hacer incontestable su confección, interpretación y ejecución.
Doble motivo de confianza: La ex ministra y ahora senadora Sánchez Cordero posee atributos para actuar en tres comisiones básicas de la Cámara alta: Puntos Constitucionales, Justicia y Asuntos Legislativos, tendrá presencia tres meses en el Senado antes de hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación, una de cuyas áreas opera como enlace con el Poder Legislativo.
Lo deplorable sería que la oportunidad de una nueva, abarcadora y eficaz Reforma Política se malogre por la participación de las tres fuerzas partidistas que hasta el 1 de julio fueron dominantes después de haber dado sus fíat al fáctico Pacto por México, y los resultados electorales las mandaron a los pupitres de la chiquillada.
Todo, pues, está en proceso de gestación. Más temprano que tarde, en las obras, sabremos de qué están hechos los nuevos depositarios del poder político en México,
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.