Sólo en pesadillas y cuentos de fantasmas los muertos vuelven para dañarnos. En realidad, los fallecidos son amables y por eso los invitamos, con altares, a regresar entre nosotros. Los vivos, en cambio, son mucho más peligrosos. Y es por eso que aquí te traemos una historia de un asesino serial que sembró miedo en la Ciudad de México y sus alrededores.
El Chalequero
Francisco Guerrero Pérez vino al mundo en el bajío mexicano en 1840. Se conoce poco sobre su infancia salvo que pertenecía a una familia pobre y abusiva de la que huyó, a los 22 años, para volverse zapatero en la Ciudad de México. Guerrero se casó y tuvo cuatro hijos.Empero, varias fuentes indican que era un hombre singularmente promiscuo que tuvo diferentes hijos extramaritales y que acostumbraba tener encuentros sexuales con prostitutas. Justamente, fueron las sexoservidoras sus principales víctimas.
Señalaban que solía vestir elegantemente, con pantalones de cachemira, fajas multicolores y chalecos refinados de charro. También se relata que era un hombre bien parecido, de facciones masculinas y toscas y que era carismático y atractivo en su forma de ser. Se consideraba un buen católico y un devoto guadalupano.
Pese esta declarada fe, Guerrero Pérez se aproximaba a sus víctimas para contratarlas por sus servicios. Después del acto sexual, Guerrero degollaba o estrangulaba a sus víctimas. Muchas de ellas, también, acabaron siendo decapitadas antes de ser arrojadas al río Consulado. Fue alrededor de 1888 que, en las orillas de este río que corre ahora bajo la parte norte de Circuito Interior, fueron encontrados cadáveres de mujeres decapitadas, maltratadas y parcialmente desnudas.
En 1888, Guerrero fue capturado por el detective Francisco Chávez. Se le acusó del asesinato de Murcia Gallardo y la violación de una mujer llamada Emilia. Esta última víctima era una lavandera que había sido atacada por Guerrero al regresar de una peregrinación a la Villa de Guadalupe.
Guerrero fue sentenciado a muerte, pero Porfirio Díaz lo indultó sentenciándolo solamente a veinte años de prisión. Pero algunos años después, en 1904, fue puesto en libertad por un error de proceso. Poco tiempo pasó Francisco Guerrero en libertad: el 13 de junio de 1908 fue capturado por segunda vez tras haber asesinado a una anciana a las orillas del mismo río. Cuando lo capturaron, Guerrero todavía portaba manchas de la sangre de su víctima en la ropa.
Fue sentenciado a muerte por segunda vez. Empero, la condena tampoco se cumpliría: en 1910, a los setenta años, Guerrero fue encontrado muerto en su celda. Los motivos de su muerte siguen siendo poco claros pero, sin duda, su nombre impactó considerablemente a la sociedad de la época: cuando se supo en México de los asesinatos de Jack el Destripador en Whitechapel, muchos periódicos lo llamaron “El Chalequero Inglés”.
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Fuente: Televisa