Mouris Salloum George*
Aunque, desde los tiempos de Pericles, difícilmente se pueden encontrar otras definiciones de democracia, subyace una que habla de la democracia sin adjetivos.
La última paternidad de esa expresión en América Latina se encontró en el texto de un discurso del dictador brasileño general Joao Baptista Figueiredo (1979-1985), el que hablaba de muros ideológicos. En realidad el término era “fronteras”.
En la mudanza del viejo PAN al neopanismo, los de las derechas mexicanas creyeron encontrar en aquel hibridismo la vía de escape para terminar con la geometría política y sus polos doctrinarios.
Nos recomendaron el modelo bipartidista made in USA
En el contexto del supuesto fin de las ideologías, quienes aquí aclimataron el bodrio de “la democracia sin adjetivos”, sin embargo fueron celosos en recomendar como modelo para México el bipartidista de los Estados Unidos y del Reino Unido.
Aquí, al norte, el de los partidos Republicano y Demócrata; trasatlántico, el de los partidos Conservador y Laborista.
Por el Partido Republicano, se hizo de la Casa Blanca Donald Trump. Todavía ordena en Washington.
Acotación obligatoria: El demente anaranjado fue investido Presidente a contrapelo de los votos electorales populares -que se dieron en favor de la “demócrata” Hillary Clinton- por la suma de votos de los delegados electorales.
Terrible consecuencia de la hora: La humanidad tiembla ante el espectro de la guerra nuclear.
Parte de Europa se subleva contra Trump
Trump, dice un encabezado de hoy, rompió el pacto con Irán. Ese es el motivo de la alarma planetaria.
¡Un momento! El inquilino de la Casa Blanca, no “rompió” el pacto: Retiró a los Estados Unidos del pacto.
Es un asunto de grado y medida. De ese instrumento son firmantes al menos cinco potencias europeas.
¿Cuál es el sentido de esa diferencia? Que otros suscriptores del pacto, en cuyo eje central está Irán, no digieren ruedas de molino.
Si mal no hemos leído, hasta el presidente de Gobierno de España, Mariano Rajoy amaneció sudando frío el 9 de mayo. Serán sin embargo las representaciones parlamentarias las que decidan en definitiva la posición respecto de la nueva vesania del presidente de los Estados Unidos.
¿Por dónde anda la soberana diplomacia mexicana?
México ostenta el título de Premio Nobel de la Paz, por obvias razones que acreditó en su oportunidad la vieja y verdadera diplomacia mexicana.
Hasta el momento de entregar estas líneas, los humillados y ofendidos militantes de la “democracia sin adjetivos” que despachan en la Secretaría de Relaciones Exteriores, no han dicho esta boca es mía.
Ya pueden nuestros “diplomáticos” invocar el derecho de no intervención en las decisiones que tome el soberano gobierno vecino. A otro perro con ese hueso: Gobiernos menos temerosos -al menos se tragan su miedo- están llamado al Consejo de Seguridad de la ONU ponga freno a las locuras de Trump. Falta la reacción de El Capitolio en Washington.
Por lo que corresponde a Irán, su gobierno fijó su posición: ¡No le están pegando a un manco! aunque el compañero de viaje de Trump, ya saben quien en hebreo, está saltando de júbilo.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.