Liboria Rodríguez arribó de Oaxaca, una entidad con mucha pobreza en el sureste de México, a la capital en 1962. Pudo encontrar trabajo en el número 21 de la calle Tepeji, en el barrio de Roma, el corazón de la capital mexicana. Al a travesar el umbral la mujer supo que ese sería su hogar. Bajo el techo, una familia de clase media cuidaba de Alfonso, un bebé de nueve meses que más de medio siglo después se volvería uno de los directores de cine más importantes a nivel mundial. Alfonso Cuarón Orozco es hoy un veterano cineasta que avanza con paso firme hacia un nuevo Oscar por Roma, su retorno al añorado territorio de la infancia donde Liboria, una indígena mixteca de 74 años, es una silente protagonista.
El personaje de Cleo (Yalitzia Aparicio) en la exitosa cinta de Netflix se encuentra basado en Libo. Cuarón ha narrado que la memoria fue la materia prima con la que dio forma a su estilosa mirada a 1971, cuando tenía 10 años. El cineasta tuvo que beber de los recuerdos de su nana, a quien dedicó la cinta. “Es parte de mi familia, uno de los seres que más he querido. Me formó y le tengo mucha deuda”, ha dicho Cuarón en una entrevista.
Escuchaba el niño Cuarón las narraciones que su nana le hacía de su pueblo, Tepelmeme Villa de Morelos, de 1.600 habitantes, en la región mixteca del norte de Oaxaca. Ella le contaba cómo los hombres de la zona habían mantenido viva la tradición del juego de pelota de las sociedades prehispánicas y cómo los chamanes curaban a la gente con ritos indígenas.
Esperamos que a Cuarón le vaya muy bien en los próximos premio Oscar.
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Foto: El País