“La Operación Infierno” y sus tenebrosas reminiscencias

 

Mouris Salloum George*

En 2004, ante el pleno del Parlamento de Israel, Daniel Barenboin pronunció un discurso para hablar de la Declaración de Independencia de Israel.

 

En esa ocasión, Barenboin consideró el Acta como fuente de inspiración para creer en los ideales que nos hicieron dejar de ser judíos y nos transformaron en israelíes.

 

Según el compromiso contraído en la declaración, el Estado de Israel se consagrará al desarrollo de este país, en beneficio de todos sus pueblos; se fundamentará en los principios de libertad, justicia y paz (…) reconocerá la plena igualdad de derechos sociales y políticos de todos los ciudadanos, con independencia de su religión, raza o sexo; garantizará la libertad religiosa, de conciencia, idioma, educación y cultura.

 

Daniel Barenboin, nacido en Buenos Aires, tiene la nacionalidad israelí. Es uno de los diez directores de orquesta más reconocidos en el mundo. Hoy se hizo pública su carta, trascrita por el diario español El País bajo el rubro: Por qué hoy me avergüenzo de ser israelí. Con eso está dicho todo.

 

El Premio Nobel de la Paz 1994

El mensaje de Barenboin se produjo una década después de que Isaac Rabin, Shimon Peres y Yasser Arafat fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz por su adhesión a la Carta de Oslo, para la pacificación de la región.

 

La carta de Barenboin fue una airada reacción al dictamen votado por el Parlamento de Israel el pasado 19 de julio, -criticado por el presidente Reuven Riubin y el fiscal Avishai Mandelblit-, por el que se modifica una ley vigente y se proclama el Estado Nacional del Pueblo Judío.

 

Por esa reforma, se declara el hebreo como única lengua oficial, (cancelando el precedente que reconocía la lengua árabe). La proclama establece los derechos natural, cultural, religioso e histórico, y de autodeterminación del pueblo israelí.

 

Particularmente en Europa, la condena no se hizo esperar.

 

La siniestra sombra de Benjamín Netanyahu

El Premio Nobel de la Paz de 1994 reconoció la voluntad de los líderes israelíes con los compromisos de la Carta de Oslo, combatida desde entonces por Benjamín Netanyahu. En el expediente de este siniestro personaje aparece su participación en la Operación infierno (1968). El pasado fin de semana celebró a bombo y platillo la reforma parlamentaria comentada.

 

Netanyahu ocupó la tribuna de la Asamblea General de la ONU en 2009, para declarar que Irán representa una amenaza para la paz del mundo.

 

¿Cuál es el hilo conductor de esta narrativa? Hace meses, el gobierno israelí trasladó la capital a Jerusalén, incluyendo la parte del territorio palestino. El primero en aplaudir esa decisión unilateral, fue el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.

 

No juegue con la cola del león, señor Trump

Por esos días, Trump separó a los Estados Unidos del Acuerdo Nuclear de Teherán e inició una serie de hostilidades contra el gobierno de Irán.

 

El pasado domingo, el presidente de Irán, Hassan Rohani advirtió al inquilino de la Casa Blanca con un dicho persa: No juegue con la cola del león, señor Trump, porque se arrepentirá.

 

Rohani afirmó que Irán está preparado para la madre de todas las guerras. Trump replicó con la amenaza de represalias contra el pueblo islámico: Muy pocos han sufrido consecuencias tan graves a lo largo de la historia.

 

En la lectura de líderes pacifistas, el lenguaje de Trump revela un alarmante apetito bélico. El objetivo de la ofensiva retórica sería el derrocamiento del régimen de la Revolución Islámica, obsesión permanente en la gestión de Netanyahu.

 

En el espectro del conflicto aparecen tres ominosos elementos: 1) El riesgo cierto de desencadenamiento de la Guerra Nuclear; 2) En el interior de Irán se dan signos de crisis económica, generada por las sanciones contra su gobierno,

 

y 3) El mercado del petróleo entra en turbulencias con el disparo de los precios internacionales del crudo.

 

Los emisarios mexicanos andan de cumbre en cumbre

Por ahí, en algún salón de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha de estar enmarcado el pergamino que acredita a México con el Premio Nobel de la Paz.

 

Frente al peligro inminente de la indeseable Tercera Guerra Mundial, los emisarios de Enrique Peña Nieto y el Presidente mismo, andan de cumbre en cumbre, entonando el canto del cisne.

 

A orillas del Canal de Suez, retumban los ecos de La operación infierno. Israel se declara Estado Nacional excluyente. Grave asunto.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

Noticias relacionadas

Comenta