La resistencia francesa dobla al tecnócrata Macron

Mouris Salloum George*

Dentro de diez días, Emmanuel Jean-Michel Fréderic Macron cumple 41 años de edad. Su tarjeta de presentación dice: Presidente de Francia, copríncipe de Andorra y gran maestre de la Legión de Honor.

Su llegada al poder lo dice todo: Empleado y asociado de la poderosa firma bancaria Rothschild. Es, pues, el señor Macron,un tecnócrata.

Los días decembrinos no se le acomodaron al Presidente francés para tener un buen cumpleaños. Cientos de miles de trabajadores y empleados se calzaron chalecos amarillos y han tomado las calles de París y otras ciudades francesas.

La resistencia popular es contra las políticas económicas neoliberales.

Incremento al salario mínimo y exención fiscal a pensionistas

El Presidente declaró hace unas horas Estado de Emergencia Económica y Política frente a las movilizaciones multitudinarias que recuerdan el Mayo francés de 1968 en que salieron a las calles millones de obreros y estudiantes. Al año siguiente cayó Charles de Gaulle.

El Presidente Macron seguramente recordó aquellos acontecimientos políticos. Obligado por la fuerza de los hechos dio dos respuestas al pliego petitorio de la resistencia francesa: 1) Incremento de 100 euros al salario mínimo, y 2) Baja de impuesto a las pensiones de los jubilados.

Es obra, lo anterior, de la política de la realidad. ¡Arde Europa! por la rebelión autonómica italiana. La primera ministra del Reino Unido, Theresa May logra el aplazamiento de la votación parlamentaria sobre el Brexit; en España, el jefe de Gobierno Pedro Sánchez hace acrobacias con la negociación de los presupuestos generales para no verse obligado a adelantar las elecciones.

En la Casa Blanca, el orate Donald Trump es abandonado por su jefe de gabinete. En Argentina, Mauricio Macri no logra espantar la bitachera desencadenada por su anárquica gestión, no obstante el flotador que le lanzó el Fondo Monetario Internacional. En Brasil, antes de que inicie su mandato, al Presidente electo Jair Bolsonaro le empiezan a sacar los trapitos al sol.

En este globalizado México, el horno no está para bollos: Los demonios se han soltado contra el nuevo gobierno. Una advertencia es clara: Siempre se sabe cuando los movimientos sociales se desencadenan: Nunca se sabe ni cuándo ni cómo terminan. Es hora de andar sonda en mano. Macron lo hizo. Signo de sensatez.

*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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