Desde hace tres meses Francia se convulsiona por la protesta organizada por los llamados “Gilets Jaunes” (Chalecos amarillos). El movimiento es una aglomeración de ciudadanos que une a personas de la clase trabajadora y media tanto de la izquierda como de la derecha. El desencadenante fue la protesta nacional que estalló el 11 de noviembre contra el “impuesto diésel” del gobierno. Algunos grupos causaron daños materiales contra monumentos estatales como el Arco del Triunfo de París..
A pesar de la falta de un programa específico, lo que se expresa es un descontento profundo a la política social y económica del gobierno. Esto se ilustra con el hecho de que las provincias sufren desde hace muchos años una enorme migración laboral en la que los ciudadanos tienen que dejar sus pueblos para encontrar trabajos dignos en las ciudades grandes; la migración está acompañada con frecuencia por el cierre de empresas y por la falta de infraestructura, en particular escuelas, hospitales, tiendas, transporte.
La intervención de los chalecos amarillos fue realizada mediante las redes sociales como Twitter y Facebook, donde se organizaron las manifestaciones, o por medio de “video mensajes” que anunciaban los bloqueos de caminos. El fenómeno de los “Gilets Jaunes” no se debe ver como problema exclusivo de Francia; expresa un problema europeo, ya que se centra en la cuestión de las garantías sociales, la educación el transporte, así como en la cuestión de cómo lucirá en el futuro el sistema de democracia representativa y parlamentaria.
El discurso de Macron en la víspera de Año nuevo
El 31 de diciembre, el presidente Macron, luego de hacer concesiones sustanciales a los manifestantes (en especial el aumento del salario mínimo, de las pensiones así como la cancelación del Impuesto al diesel), anunció que iniciaría un “debate nacional con los ciudadanos y con sus funcionarios electos” con el fin de trazar un nuevo programa de medidas y reformas.
En un momento de su discurso, Macron dijo que estamos viviendo un periodo de “capitalismo funcional ultra liberal guiado por la codicia a corto plazo de unos cuantos, el cual está llegando a su fin.” Habló también del desastre de la civilización occidental y de la crisis del sueño europeo. “Muchos ciudadanos no se siente respetados,” dijo el presidente.
“Pienso en las madres de familia que han criado solas a sus hijos, en los granjeros que quieren vivir de una manera digna y en los jubilados. Todos deben tener un lugar para vivir y la oportunidad de tener una mejor educación.” En referencia a las protestas, dijo que la revuelta reveló la explosión de una rabia tremenda. “Rabia contra la injusticia, contra la globalización y contra el sistema administrativo que se ha vuelto demasiado complejo.”
El mensaje tuvo un eco sobrio en el periódico católico francés, La Croix. Ahí se publicó un artículo firmado por Bruno Frappat titulado “L’homme que nedégagepas” (El hombre que no se rinde, 6 de enero de 2019). Frappat comenta el discurso de Macron anotando que había hablado claro, respaldado por la autoridad presidencial, pues, después de todo, el “fue electo Presidente de la República Francesa.” (…) Hubo semanas en la que todos en el país se lamentaban de él a escondidas, lo atacaban y lo acusaban de todo, de lo que no es culpable.”
Circulaban mentiras en las ciudades y en el campo y el vocabulario usado con frecuencia, dice el autor, incluía palabras como “canalla,” “ladrón.” “presidente de los poderosos y de los ricos,” “dictador,” “tirano” o “estafador.” No hay frase que no haya sido utilizada por los “Gilets Jaunes”. Agrega que, “Por todos lados aparecieron marionetas parecidas con el Presidente.” A pesar de las denuncias y de las humillaciones, subraya Frappat, “el presidente se presentó a sí mismo firme y sin vacilaciones.
Ante el pueblo que lo eligió presidente, afirmó claramente que él no pensaría en reformar Francia con conceptos tan simples ni clamando por la “verdad” y el “orden.” Lo que sostenía esa víspera de Año nuevo era “que los Campos Elíseos no eran exclusivamente para los chalecos amarillos.”
Carta abierta a los franceses para comenzar el Gran debate nacional
Macron pidió al pueblo francés el 12 de enero en una carta abierta aceptar un gran debate nacional. Sugirió que: “Todos juntos abordemos la gran cuestión de nuestro futuro. “Es por ello que he propuesto e iniciado hoy un gran debate nacional que continuará hasta el 15 de marzo. Las municipalidades han abierto desde hace algunas semanas sus puertas para que los ciudadanos puedan expresar sus deseos. Los alcaldes tendrán un papel esencial, ya que ellos son vuestros representantes elegidos y por ello son un intermediario legítimo para la expresión de los ciudadanos.”
Subrayó que la lucha contra el desempleo debe ser prioritaria. “Creo que debemos reconstruir la soberanía industrial e invertir más en conocimiento e investigación… Tenemos que construir un sistema social renovado para proteger mejor a los ciudadanos franceses para reducir las desigualdades. Tenemos que inventar un proyecto social, educativo, ambiental productivo y una nueva Europa que sea más justo y eficiente.”
El debate, subrayó Macron, debe responder a las cuestiones esenciales que aparecieron en las protestas: Es por lo que el gobierno está describiendo cuatro temas que tienen que ver con la nación y que se deben analizar: impuestos y gasto público, organización del Estado y de los servicios públicos, transición ecológica, democracia de los ciudadanos. El debate durará hasta mediados de marzo y una figura clave estará al lado de Macron, François Baroin, presidente de la Asamblea de Alcaldes de Francia (AMF); él en su momento hizo una llamado a los alcaldes franceses a mostrar sentido de la responsabilidad y les aconsejó facilitar el debate con los ciudadanos. Firmó el llamado junto con los representantes de las regiones y departamentos franceses.