La natación es uno de los deportes más completos. Ha ganado adeptos en los últimos años por sus beneficios para la salud. Además, es una actividad que se adapta a las cualidades de cada persona y no hay límite de edad para su desarrollo.
Existen cursos para bebes, gimnasia acuática para personas mayores, ejercicios de preparación al parto para embarazadas o terapias en el agua, la natación no tiene barreras para su práctica. Sin embargo, cabe recalcar que es importante contar con la indumentaria necesaria para realizar esta actividad.
Se debe tener en cuenta que, el contacto con un agua llena de químicos por largas horas puede afectar principalmente a nuestros ojos. Exponer la película lagrimal al cloro y otras sustancias puede causar enrojecimiento así como trastornos oculares como es el ojo seco o la visión borrosa. Los goggles de natación protegen nuestra vista, por ello su uso es indispensable.
Una vez contemos con todo el equipo necesario, podremos disfrutar de cada uno de los beneficios que nos brinda este deporte y que conoceremos a continuación.
Un estudio publicado en el National Center for Biotechnology Information (NCBI) advierte que nadar reduce los síntomas de la ansiedad y la depresión. Estas mejoras en el estado de ánimo se producen por un aumento considerable de la circulación sanguínea en el cerebro y sus efectos en el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), parte esencial del cerebro que controla el estrés.
Algunos expertos determinan que esta práctica deportiva es eficaz para reducir el pánico y los sentimientos de tristeza porque permite liberar factores en el cerebro, como las endorfinas.
Asimismo, en una investigación llevada a cabo en el 2014 por la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Perth en Australia, destacó que el sumergirse en el agua aumenta el flujo de sangre en el cerebro. Los participantes del estudio aumentaron el flujo sanguíneo a sus arterias centrales en un 14 %, mientras que a las arterias cerebrales posteriores aumentó en un 9 %.
Esta actividad también permite tonificar la musculatura, lograr mayor flexibilidad y otras características propias de lo que se denomina “cuerpo de nadador”. Esto se debe a que involucra trabajar distintos músculos, tanto del tren inferior como del superior, lo que permite quemar calorías.
Sin embargo, el metabolismo de cada persona es diferente. A grandes rasgos, los principales factores que determinan el gasto calórico son: el peso; cuanto más peso más calorías se queman, el estilo de nado, la velocidad y el tiempo que se esté nadando.
Otros factores como la temperatura y la velocidad del agua son elementos que pueden hacer variar cuántas calorías se queman nadando. Por ejemplo, no es lo mismo nadar en piscina que en mar abierto.
Por su parte, algunos estilos se destacan por quemar mayor calorías en el organismo. El crol es el preferido de algunos nadadores porque mantiene un ritmo de movimiento constante. La mayor concentración de esfuerzo se da en los glúteos, los abdominales, hombros y espalda.
La velocidad con la que se nada determina el trabajo cardiovascular que se desarrolle. Un buen nadador puede quemar alrededor de 100 calorías cada 10 minutos, un promedio que supera lo que se logra practicando running.
Asimismo, el estilo mariposa pone a trabajar una cantidad similar de músculos que el crol, pero obliga a los nadadores a exigirse más en los movimientos. Se trata de una forma de nadar que requiere un trabajo anaeróbico. Las personas pueden quemar unas 900 calorías en una sesión de una hora.
Por otro lado, una alimentación saludable y equilibrada es esencial para el rendimiento físico y quemar calorías. Para su práctica se necesita consumir alimentos ricos en hidratos de carbonos (cereales, arroz, avena) como fuentes de energía para realizar actividades físicas. Por el contrario, evitar alimentos ricos en fibra y grasa porque son más difíciles de digerir y pueden ocasionar malestares.
