En muchas ilustraciones, museos e incluso filmes de ciencia ficción y documentales, tienden mostrar al temido Tyrannosaurus Rex ondeando salvajemente su lengua. Pero, según un nuevo trabajo científico, esa representación del temible animal es incorrecta.
Un equipo del departamento de Geociencias de la Universidad de Texas sostiene que, a diferencia de los lagartos modernos, los Tyrannosaurus Rex (y otros dinosaurios) no podían sacar la lengua.
A causa de que los tejidos blandos rara vez se conservan en un fósil, los científicos de la Universidad de Texas dirigieron su atención a investigar una estructura ósea llamada hioides, un grupo de huesos que sostiene y ancla la lengua. Observaron los hioides de los dinosaurios, así como en sus parientes vivos más cercanos: las aves y los cocodrilos.
En sus conclusiones, los especialistas se dan a la tarea de explicar que los huesos hioides de los dinosaurios eran muy similares a los de los cocodrílidos y los caimanes. Si bien no es un gran cambio, sí marca una gran diferencia a como los representamos en la cultura popular:
“Este es un aspecto de la anatomía de los dinosaurios en el que la gente probablemente no piensa, pero es una parte clave del estilo de vida de cualquier organismo”, indicó Julia Clarke, profesora de paleontología de vertebrados en la Universidad de Texas.
El informe no sólo destruye la idea de los Tyrannosaurus Rex sacando la lengua, llena de baba, para espantar a sus presas, también muestra que las aves podrían haber evolucionado de los pterosaurios, un tipo de dinosaurio volador, que tenía unos huesos hioides más parecidos a los de las aves actuales. Y a todo esto ¿para qué les servía una lengua así a los dinosaurios? La respuesta es simple: para deglutir su alimento.