Manual para hacerse rico en 2018

 

Este pequeño manual para hacerse rico es para aquellos que quieran dar un brinco súbito a la abundancia en 2018. No es para todos. Antes de continuar leyendo, asegure el interesado de contar con estos tres elementos indispensables: 1) buenos amigos en el gobierno; 2) leyes débiles e inoperantes, y 3) un ambiente de corrupción estructural.

Los amigos en el gobierno son básicos. Toda entidad pública tiene un presupuesto para adquisiciones de bienes y servicios, o para la realización de obras de distinta naturaleza. Este dinero acabará en manos de los particulares que vendan productos, realicen servicios o construyan infraestructura. En ese sentido, los amigos en el gobierno que ocupan puestos clave para decidir sobre la ejecución del gasto público, son fundamentales. Son ellos los que podrán aprovechar para sí los amplios espacios de opacidad y discrecionalidad que permiten las leyes vigentes. Dice el dicho que en arca abierta hasta el justo peca y, sí, nuestra normatividad en temas de adquisiciones y contrataciones puede ser un arca abierta para funcionarios con valores laxos.

Leyes débiles son necesarias para poder gastar de manera inadecuada, sin que la fiscalización ni el control del gasto lo impidan, y sin que existan consecuencias por no cumplir las metas de los programas ni los objetivos de la planeación nacional. La Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público (LAASSP) y la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las Mismas (LOPSRM) son instrumentos que permiten obtener beneficios de contratos completamente ‘legales’, sin que eso obligue a contratar la opción que mejores condiciones ofrezca al gobierno con relación al precio y la calidad.

Si quieres que tu camino a la opulencia sea directo, debes pedir a tu contraparte en el gobierno que prepare minuciosamente excepciones a los procesos de licitación pública. Todas las dependencias y entidades, en los tres órdenes de gobierno, pueden contratar servicios, hacer compras e incluso construir obras sin necesidad de que haya concursos para identificar la oferta más conveniente, y nada más conveniente que todo quede entre compadres.

Con la adjudicación directa se tienen que cumplir un sinfín de requisitos, entre ellos: ser la única opción con capacidades técnicas o profesionales muy especiales; estar ante un caso fortuito o de fuerza mayor, o que el proceso de licitación convencional ponga en peligro la estabilidad del país. No obstante estos requisitos, el abuso de esta figura nos permite constatar que los artículos 41 de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, y el 42 de la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las Mismas, lejos de ser normas que regulen mecanismos de excepción ante casos extraordinarios, son espacios para manipular contrataciones y hacerlas a modo.

Pero las oportunidades no acaban con una contratación “hecha a la medida”. Una vez adjudicado el contrato, se abrirán nuevas: podrás subcontratar a otros proveedores; modificar los plazos e incrementar los costos.

La modificación a los contratos es una práctica extendida que se realiza por lo general con poca transparencia y rendición de cuentas.

El ambiente de corrupción estructural, el tercer elemento, permite a servidores públicos abusar de su posición con la garantía de que no serán investigados ni sancionados por destinar recursos a un pequeño grupo de contratistas y proveedores que, por cierto, tampoco serán investigados.

De todas estas irregularidades y muchas más ha dado cuenta la Auditoría Superior de la Federación y, sin embargo, no pasa nada. Así que tienes un enorme chance de que en 2018 construyas tu puente a la abundancia.

Sería un evento puesto contra todo pronóstico que en el siguiente periodo de sesiones se legislaran reformas a las dos leyes sobre las que he comentado. Estas son leyes que es preciso modificar para cerrar los enormes espacios a la corrupción que permiten. Pero no te apure mucho. Una parte de nuestros legisladores han perdido el sentido de su responsabilidad. Son expeditos en tramitar y aprobar leyes cuando reciben la instrucción para hacerlo. Pero también lentos y omisos cuando la legislación compromete sus intereses o los de quienes les mandan.

Si todo sigue igual, es muy posible que 2018 será auspicioso para quienes conocen y practican esta guía al derecho y al revés. Pero quien quita y sea el año en que las cosas empiezan a cambiar. Fuente:  El Financiero

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