Es cada día más evidente que la salida del Reino Unido de la Comunidad Europea, no es un fenómeno aislado, sino parte de una clara revuelta mundial contra la globalización financiera, excluyente y anti nacional meticulosamente levantada por la oligarquía financiera.
El sitio electrónico de la famosa Chatham House, el cerebro británico más importante, afirmó abiertamente que “el voto para abandonar la Unión Europea deja al Reino Unido en la línea de frente de algunos de los mayores temas políticos de nuestro tiempo: el retroceso de la globalización, las desigualdades, la creciente separación entre las ciudades y sus provincias, la identidad y el futuro del Estado nacional”.
Desde luego, lo que vimos en la ciudadanía que participó del plebiscito no fue un rechazo a los aspectos a menos de la globalización sino a los efectos devastadores causados en un momento histórico, en el cual la economía mundial comenzó a ser dominada por la usura desenfrenada y la desregulación; tal proceso se remite a agosto de 1971 cuando los acuerdos de Bretton Woods se rompieron.
Más tarde, ese nuevo arreglo –si así puede llamársele- se refrenda con el Nuevo Orden Mundial del presidente George Bush padre; a partir de entonces la Unión Europea pasó, de una unión de estados nacionales soberanos, al cautiverio neoliberal dictado por los cálculos monetarios de la tecnocracia abrigada en Bruselas, a través de los acuerdos de Maastricht.
Empujado por la nueva fuerza arrolladora, México, que había quebrantado su soberanía después de la moratoria a la deuda de 1982, aceptó igualmente el cautiverio del TLCAN.
En el sitio electrónico de la revista Foreign Policy (28/06/2016), el editor James Traub escribió un furibundo artículo diciendo:
“(…) Unos de los aspectos más descarados del voto Brexit fue el total repudio de los banqueros, economistas y jefes de Estado occidentales, que advirtieron a los electores contra los peligros de un rompimiento con la Unión Europea…
“El Brexit, Trump, el Frente Nacional (francés) y todo lo demás, muestran que las elites políticas evaluaron mal la profundidad de la rabia contra las fuerzas globales y, con ello, la demanda de que alguien, de alguna forma, restaure el status quo anterior (…)
“Con las perspectiva de un crecimiento llano en Europa y un aumento mínimo de los ingresos en los EUA, los electores se están rebelando contra sus decepcionantes perspectivas de largo plazo … personas más viejas, cuyo mundo familiar está desapareciendo bajo un torrente de idiomas extranjeros y celebraciones multiculturales, están sacudiendo los puños contra las elites cosmopolitas”.
Pero las repercusiones estratégicas van mucho más allá del análisis sociológico de la rebelión contra el nuevo orden globalizador surgido después de la caída del Muro de Berlín, e, incluso del orden surgido en la post Guerra. Y esto, porque la revuelta del Brexit es un tiro en el centro del corazón financiero de la City de Londres, cuyo desangre se extenderá a lo largo de los vasos comunicantes con el centro financiero en Wall Street, desafiando los giros geopolíticos del eje angloamericano, especialmente los fantasiosos acuerdo de libre comercio trasatlánticos.
Es por esto que podemos esperar provocaciones militares de la OTAN cada día más descaradas en la frontera con Rusia. Mantener un “amenaza rusa” y una política de sanciones económicas es conveniente para maniatar a los países europeos al sistema de poder anglo-americano. Tanto en Alemania, como en Francia, Italia y otros países, sectores políticos relevantes ya perciben claramente estas intenciones.
Basta saber si los ojos se abrirán lo suficiente para tener las agallas en reconocer que es urgente y necesaria la construcción de un orden cooperativo solidario, para el cual es fundamental que las economías de occidente cooperen en una alianza con las naciones euroasiáticas, especialmente Rusia.
En cuanto a México el país debería prepararse para enfrentar la realidad de que el TLCAN tiene sus días contados y será imperativo reformular nuestro proyecto histórico de nación.