Más de ocho millones de personas en Siria, entre ellos tres millones de infantes, se encuentran expuestas a la explosión de algún dispositivo detonante abandonado que conserva su potencia destructiva, señalaron dos agencias de la ONU.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, la agencia de la ONU para la protección de la infancia, se dieron a la tarea de poner de relieve ese aspecto del drama que vive Siria con motivo del Día Internacional para la Sensibilización y Asistencia a la Acción contra las Minas.
De acuerdo con las estadísticas más completas disponibles, al menos 910 niños murieron y otros 361 fueron mutilados en Siria en 2017 por un explosivo sin detonar.
El problema se ha hecho más grave en los últimos meses, en particular porque los yihadistas del Estado Islámico (EI) pusieron minas y otros explosivos durante sus combates contra las fuerzas gubernamentales y en su huida.
“La situación es alarmante en Al Raqa, donde 200,000 personas han retornado (tras quedar liberada del EI el pasado octubre) y corren un alto riesgo de morir o quedar mutilados por los explosivos que cubren la ciudad”, señalaron las organizaciones de la ONU en un comunicado conjunto.
Entre octubre y febrero pasados se ha informado sobre 658 casos de personas heridas y 130 muertas por minas, artefactos explosivos diversos y trampas con explosivos, lo que implica una media de seis incidentes diarios.
La OMS y Unicef indicaron que es urgente acelerar las labores de desminado y ayudar a los heridos sirios a recuperarse.
Hoy sólo dos hospitales privados funcionan en Al Raqa y el establecimiento sanitario público más cercano está a cien kilómetros de distancia.
Para los heridos graves o mutilados sólo hay dos centros de rehabilitación física en toda la nación, uno en Damasco y otro en Homs.
Una de las consecuencias de la falta de atención a las víctimas es que heridas que podrían curarse a tiempo se convierten en causas de discapacidad de por vida.
La contaminación con explosivos también es un problema grave en Alepo, Dara, en la zona rural de Damasco, en Idleb y Deir al Zur.
Unicef se da a la tarea e apoyar programas de educación contra las minas en escuelas y centros comunitarios donde se enseña a los niños y a aquellos que son responsables de ellos las maneras de identificar y protegerse de explosivos abandonados.