El Papa Francisco instó a los médicos y personal sanitario a no ceder ante la eutanasia o al «suicidio asistido», ni siquiera cuando la enfermedad es irreversible.
Cada intervención de diagnóstico, preventiva, terapéutica, de investigación, cada tratamiento o rehabilitación se dirige a la persona enferma, donde el sustantivo ‘persona’ siempre está antes del adjetivo ‘enferma’, escribió Francisco en su carta por el XXVIII Día Mundial del Enfermo.
Por ende, que vuestra acción tenga constantemente presente la dignidad y la vida de la persona, sin ceder a actos que lleven a la eutanasia, al suicidio asistido o a poner fin a la vida, ni siquiera cuando el estado de la enfermedad sea irreversible.
LA VIDA ES SAGRADA
El Papa reconoció que los médicos afrontan una experiencia del límite frente a casos clínicos problemáticos, pero les indicó que la vida es sagrada y que ésta pertenecía a Dios.
Por ende, sostuvo, “es inviolable y no se puede disponer de ella. La vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, creador de la vida.
Pidió a los médicos recurrir a la objeción de conciencia, apelando a la «coherencia» hacia la vida y a la persona.
