Desde el pasado viernes 10 de mayo, el aire de la Ciudad de México empezó a registrar altas concentraciones de las llamadas partículas PM2.5, las cuales provocaron que el pasado martes se declarara una contingencia ambiental, que se mantuvo hasta el pasado sábado.
Las partículas PM2.5 se encuentran suspendidas en el aire, tienen un diámetro de 2.5 micrómetros y de acuerdo con información de ls Organización Mundial de la Salud (OMS), están compuestas por sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio, hollín, polvos minerales y agua, por eso son un indicador contundente de los niveles de contaminación en determinado lugar.
¿Por qué son tan dañinas estas partículas?
Según la Gaceta UNAM, las partículas PM2.5 y menores son las más dañinas, además de que han sido catalogadas por la Organización Mundial de la Salud como carcinógenas, es decir, que a largo plazo producen cáncer, señaló Ana Rosa Moreno, de la Facultad de Medicina.
De acuerdo con Moreno, un estudio en Inglaterra comparó cerebros de personas que habían vivido en Ciudad de México con los de otras zonas urbanas. En los primeros se encontraron metales pesados, y la única explicación era que en el aire había partículas de éstos, y las de menos de 2.5 micras llegan al alveolo, que es donde ocurre el intercambio gaseoso y se traslada directamente al torrente sanguíneo.
Subestimamos el problema porque para nosotros la contaminación es algo cotidiano, y cuando un problema se vuelve cotidiano no se percibe. Vivimos con la polución y cuando vamos a otros lugares sentimos mejoría en el sistema respiratorio, no hay flema ni ojos rojos ni resequedad. Lo contrario ocurre con quienes visitan la ciudad, porque presentan síntomas que no tienen en su lugar de origen. Nos hemos adaptado, pero no significa que no suframos efectos