PERLA, A LOS 13 AÑOS, SICARIA DE LOS ZETAS…

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Su hija de 13 años estuvo desaparecido durante dos semanas. La madre pensaba que “estaba por ahí, con el novio”.

Empero, el diario que le llevó su vecina contaba otra historia: la mayor de sus seis hijos pertenecía al grupo delictivo Los Zetas y había sido detenida, en medio de un enfrentamiento entre policías y criminales.

En entrevista con CNN México, la mujer, quien pidió guardar su identidad, aseguró que desconocía que su hija estuviera implicada en presuntas actividades delictivas.

VIAJÓ DE ZACATECAS A GUADALAJARA

La niña confesó lo contrario y responsabilizó a otros de haberla involucrado en la delincuencia organizada.

Viajó desde Zacatecas a Guadalajara para ver a su hija. “Lo primero que hago, cuando me entero, es tratar de apoyar a mi hija, venir por ella, hacer ver que ella no tiene la culpa de nada, porque es una niña. Todos nos sentimos muy mal con la noticia, pero sabemos que ella no tiene la culpa, es una niña incapaz de hacer tanto”, asevera.

En su declaración ante el Ministerio Público y luego ante la prensa, la joven comentó que era originaria de Zacatecas y que llevaba un mes trabajando para el crimen organizado.

Su labor remunerada con 8,000 pesos mensuales consistía en vigilar y avisar sobre quién entraba y salía de su pueblo, Luis Moya, una comunidad de poco más de 10,000 habitantes ubicada al sur del estado, en los límites con Aguascalientes, al centro de México.

REPORTABA A “LA CHAPARRA”

Reveló que le reportaba a Lidia Jazmín Hernández Páez “La Chaparra”, de 22 años, capturada dos días después de que policías estatales y federales la detuvieran a ella, en un enfrentamiento registrado en Lagos de Moreno, a 157 kilómetros al sur de su pueblo natal.

Custodiada por dos policías que casi doblaban su estatura, la presunta integrante de Los Zetas fue expuesta por las autoridades ante los medios de comunicación.

Llevaba su cabello recogido, jeans y sudadera. Frente a ella, una mesa con el arsenal decomisado en el operativo donde fue detenida. Sus padres no estaban ahí.

Dijo que su madre le presentó a La Chaparra. No obstante, aclaró que sólo ella trabajaba para Los Zetas.

FUE LIBERADA

La menor fue llevada a las instalaciones de la delegación Jalisco de la PGR, donde estuvo tres días, antes de ser liberada, ya que la Ley de Justicia Integral para Adolescentes del Estado de Jalisco establece que sólo los infractores mayores de 14 años son sujetos de privación de la libertad.

De los 8,000 pesos que la menor adquirió en un mes su madre tampoco sabe nada.

Como única responsable de su familia, trabaja 12 horas al día en actividades que prefiere no detallar. Su horario le impide darse cuenta de qué hace su hija después de clases.

Sabe que se había escapado un par de veces de la escuela secundaria donde estudia, “para hacerse la pinta” (faltar a clases).

LA EXPULSARON DE LA ESCUELA

La han sacado por su conducta rebelde: “Una vez que la expulsaron, lo que hizo fue decir: ya estuvo bueno, hoy si voy a seguir estudiando”.

Y logró buenas calificaciones. Incluso, explica la madre, el Gobierno mexicano le otorgó una beca. “Es una niña muy inteligente, pero como todos los niños de su edad, un poco rebelde, un poco inquieta, pero es muy buena niña”.

Ahora estará “más al pendiente” y la ayudará en su rehabilitación, afirma.

La presencia de menores al servicio de los cárteles mexicanos ha dejado de ser una novedad en el país.

NIÑOS Y JÓVENES AL SERVICIO DEL NARCO

Eduardo Guerrero Gutiérrez, analista en temas de seguridad, explica que cuando los grupos criminales viven una frenética lucha, como la que actualmente se libra, empieza el reclutamiento masivo de gente, principalmente jóvenes.

“Los jóvenes no son contratados directamente por el cártel, sino por grupos a su servicio, quienes los reclutan, entrenan, pagan y si tienen potencial, los incorporan en labores de mayor responsabilidad hasta convertirlos en sicarios”.

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