Pese a las recomendaciones de la Secretaría de Salud por el coronavirus, decenas de seguidores visitaron a la Santa Muerte en CDMX

Santa Muerte

Al tiempo que el coronavirus se abre paso en la vida de los mexicanos, la Santa Muerte recibe este miércoles a sus fieles en su altar de Tepito, un popular barrio en el norte de Ciudad de México, con la puntualidad de cada primero de mes.

Esta figura popular, no adscrita a religión alguna, aguarda desde el porche de la casa de Enriqueta a los que la veneran y le piden, hoy tres veces menos de los habituales, “por cuestión de la enfermedad”, cuenta a Efe la dueña del altar de la Santa Muerte en el conocido popularmente como el “barrio bravo” de Tepito.

“Espero en Dios que vengan a pedirle que no se enfermen, que a sus hijos y a sus nietos no llegue la enfermedad. Si llegase a existir, que no nos llegue. Que nos cuide la Santa Muerte”, recalca Enriqueta mientras a su alrededor desfilan los fieles, dirigidos por un señor que viste una camiseta de fútbol y pantalones cortos.

Más allá del porche, en una calle que comprende dos cuadras, varias familias forman un pasillo en la carretera con ofrendas varias. Hay figuritas, dulces, puros y hasta licores sobre las mantas de los vecinos.

La mayoría a pie y alguno de rodillas, pero todos los fieles circulan por ese corredor hacia la vera de la Santa Muerte. Eder, preocupado por el coronavirus, explica que esta mística figura le ha ayudado con los “problemas de salud de un sobrino” y con “cosas personales, legales”, con las que ha tenido que lidiar.

“Estoy preocupado, pero no creo que por el coronavirus vaya a tener más trabajo. No depende de ella”, dice a través del cubrebocas este fiel, que atiende a Efe mientras hace esfuerzos por sostener recta la gran figura de la Santa Muerte que carga en su mochila.

Antes de irse, Eder confirma que este miércoles hay “mucha menos gente” de lo habitual, por lo que ha pedido a la Santa “como siempre y también por lo del coronavirus”.

La música resuena en todos los rincones de esta calle de la capital, y se mezcla con escenas propias de la adoración de cada primero de mes y, particularmente, de cada uno de noviembre, cuando en el Día de Muertos se celebra el aniversario de este símbolo.

Por cada fiel que pasa portando una figura, un colgante, o cualquier cosa de la Santa Muerte, otro se le acerca y rocía el objeto con tequila o algún licor que tenga a mano, o con humo de puro o de un cigarrillo verde (marihuana). No se intercambian las palabras; simplemente ocurre como un acto de unión natural.

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