Pide ETA perdón a las víctimas ‘inocentes’ por el ‘conflicto’

 

La organización terrorista ETA se dio a la tarea de reconocer el “daño causado” a las víctimas -más de 850 muertos- e indica que “lo siente de veras”, a quince días de su anunciada disolución tras casi sesenta años de existencia, aunque políticos y damnificados critican que distinga entre víctimas.

La banda terrorista hizo público este viernes un comunicado a través de dos diarios vascos en el que manifestó su pesar por el dolor causado a todos los afectados por sus acciones y pidió “perdón” expresamente a las víctimas que no estaban relacionadas directamente” con lo que ellos califican de “conflicto”.

Ante este texto, Gobierno español enfatizó que se mantiene al lado de las víctimas, donde ha estado “siempre”, insistió su portavoz, Íñigo Méndez de Vigo, quien garantizó que el “relato” final de lo ocurrido “no será el de ETA”.

En el texto la organización terrorista afirma: “Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás”.

“A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón. Estas palabras no solucionarán lo sucedido, ni mitigarán tanto dolor. Lo decimos con respeto, sin querer provocar de nuevo aflicción alguna”, agrega.

Este matiz ha provocado la crítica de partidos y asociaciones de víctimas, al considerar que la banda distingue entre ellas.

En este sentido, Íñigo Urkullu presidente del Gobierno vasco,  pidió hoy a ETA que tenga “en la misma consideración” a todas las víctimas y reconozca el daño injusto causado por su actividad.

También la hermana de un joven concejal asesinado por ETA ,Mari Mar Blanco,  presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT), , tildó de “vergonzoso e inmoral” que ETA distinga entre “quienes se merecían un tiro en la nuca y una bomba en el coche y quienes fueron víctimas por casualidad porque no se lo merecían”.

Asimismo, asociaciones de guardias civiles y de miembros de cuerpos de seguridad del Estado víctimas del terrorismo etarra han criticado esa distinción que hace la banda entre sus víctimas.

Además de los cientos de militares y agentes de la Guardia Civil y de la Policía muertos, ETA ha asesinado a muchos civiles (el 40 % de sus víctimas) en atentados indiscriminados, el más cruento de ellos, el ocurrido en un supermercado en Barcelona, en 1987, donde murieron 21 personas.

“Nadie puede cambiar el pasado, pero una de las cosas más perjudiciales que se podría hacer ahora sería intentar desfigurarlo u ocultar determinados episodios. Reconozcamos todos la responsabilidad contraída y el daño causado”, afirma el texto de ETA.

El comunicado del pasado lunes es un paso más previo a su anunciada disolución, el próximo 5 de mayo, años después de que la organización terrorista anunciara el cese definitivo de sus acciones
violentas, en octubre de 2011.

Desde entonces, tanto ETA, por medio fundamentalmente de sus presos, como la izquierda radical que ha sido su voz en política, habían dado algunos tímidos pasos dirigidos a reconocer el daño causado, una demanda insistente por parte de las asociaciones de víctimas y de partidos políticos.

A raíz del comunicado etarra, los obispos del país Vasco, Navarra y de la localidad francesa de Bayona pidieron “sinceramente perdón” por las “complicidades, ambigüedades y omisiones” que se han dado en el seno de la Iglesia durante los años de terrorismo de ETA.

Además de los asesinatos, la banda cometió a lo largo de cinco décadas decenas de secuestros, el más largo de ellos el sufrido por el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, que estuvo 532 días secuestrado en un pequeño cubículo.

Asimismo, extorsionó a numerosos empresarios para obtener fondos para la organización.

ETA apareció a finales de la década de los 50 del siglo pasado con el objetivo de lograr la independencia del País Vasco por medio de la violencia terrorista.

El primer crimen reconocido por la banda fue el de un agente de la Guardia Civil en 1968, y el último, un gendarme francés en 2010.

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