Elisabeth Hellenbroich*
En un reciente informe de análisis anual, el instituto estadounidense especializado en estudios estratégicos Stratfor presentó su pronóstico estratégico para 2019. Su tesis principal es que el año estará determinado por una “gran competencia de potencias.” Lo que los autores no dicen es que el principal promotor de esa “competencia” son los Estados Unidos de Donald Trump, que, bajo el lema de “América primero,” se involucró en un intento implacable de reimponer al mundo un orden unipolar conducido por Washington, proyecto cuyos opositores serán castigados o chantajeados.
El resultado ha sido un verdadero desbarajuste: lo vemos en el congelamiento total de las relaciones EEUU-Rusia y Unión Europea- Rusia, acompañado de una división creciente dentro de la UE, nuevas amenazas de guerras comerciales a escala mundial, contra China y la UE en particular y para rematar la continuación del juego de “divide y vencerás” promovido por Estados Unidos en Europa, así como el cerco ofensivo de Rusia con las nuevas bases militares y los nuevos mecanismo de defensa contra proyectiles instalados en Rumania, en Polonia y en el Mediterráneo, y el rearmamento de la siempre inestable Ucrania.
Este escenario un tanto cuanto catastrófico, que podría transformarse en un nuevo conflicto mundial y que es alimentado por la hostil retórica contra Rusia prevaleciente en la gran prensa europea, contrasta con el pensamiento de algunos estrategas rusos, como Alexey Gromyko, del Instituto de Europa de la Academia Rusa de Ciencias, promotor del concepto de que, a pesar de la existencia de “fuerzas multidivergentes,” se debe analizar la posibilidad de propuestas “constructivas” para resolver los múltiples conflictos de intereses.
“2019 estará determinado, dice Stratfor, en especial, por la competencia entre Estados Unidos y China y por una acelerada “carrera armamentista” entre Estados Unidos, Rusia y China, dada la recién anunciada salida de Estados Unidos del tratado de misiles de alcance intermedio (INF, por sus siglas en inglés). Con la intención de establecer barreras comerciales más fuertes contra China, afirman los autores del análisis, Estados Unidos se apoyará en Japón, En Europa, en Australia, en Canadá, en Corea del Sur y en Taiwán. La volatilidad del comercio en la economía mundial aumentará y las mayores amenazas para la zona del euro serán un Brexit desordenado y la situación de la deuda italiana, mientras que se reduce la influencia de Alemania y de Francia.
“Mientras que Estados Unidos se empeñan en sabotear el proyecto del gasoducto ruso-alemán Nord-Stream 2, se disponen a convertirse en el tercer mayor exportador de gas natural licuado (GNL) del mundo. Fuerzas disruptivas actuarán en América Latina, donde Estados Unidos y Brasil cooperarán más estrechamente para tratar de contener la influencia de China y los efectos de la crisis de Venezuela”.
Los autores recalcan repetidamente que la gran competencia de potencias Estados Unidos-China-Rusia aceleraría la carrera armamentista y la competencia en el ciberespacio. Según ellos, esta se intensificará en 2019 y Estados Unidos harán todo para “apagar el impulso de China en varios campos estratégicos.”
Sin embargo, dicen, China puede absorber los golpes y tiene los medios y más motivación que nunca para acelerar su cronograma y alcanzar la paridad con Estados Unidos, pero su relevancia será, en gran medida, “relativa,” en una competencia más amplia. En sus palabras: “¡La competencia Estados Unidos-China aumentará en todos los frentes en 2019! China enfrentará presiones sobre tarifas, sanciones. Se le apretarán los tornillos a Pequín por posibles problemas, en particular ataques cibernéticos y derechos humanos.”
La llave es que “Estados Unidos está tratando de contener directamente la Iniciativa Cinturón y Ruta de la Seda” y que Pequín busca reforzar accesos económicos conjuntos y acuerdos de sociedad con potencias grandes y menores, diluir las alianzas de Estados Unidos. Estados Unidos presionarán a Japón, a Corea del Sur, a Nueva Zelanda, a Australia, a Taiwán, a Canadá y a Europa para reducir sus lazos con grandes empresas chinas de alta tecnología, como Huawei y ZTE, que serán rotuladas de “riesgo de seguridad nacional” para otros países.
2019 verá también una nueva revolución de la tecnología de telecomunicaciones de quinta generación. Realidad virtual y aumentada, procesamiento de inteligencia artificial, vehículos autónomos y telemedicina, ya son campos de intensa competencia EEUU-China.
Tanto Huawei como ZTE están desarrollando infraestructura de tecnología y patrones para las redes 5G. Y, en términos de vientos contrarios mundiales de política comercial, es claro que Estados Unidos utilizará acuerdos comerciales para desalentar a los socios comerciales de la UE para evitar que firmen acuerdos comerciales con China.
Dado que Eurasia es la región de mayor expansión en el mundo, y que une a Oriente y a Occidente con un puente terrestre que une a Europa con la cuenca Asia-Pacífico, con Medio Oriente y el Sur de Asia, Bruselas verá a Pequín como un contrapeso a Estados Unidos, en tanto se trate de defender el multilateralismo. Pero Francia y Alemania se resistirán a la penetración de China a Europa en campos sensibles como técnica e infraestructura, mientras que los estados menores le darán la bienvenida a las inversiones chinas, como oportunidades para impulsar sus economías.
Repercusiones de la salida de EEUU del INF
Ya que Estados Unidos “probablemente se retirarán” del tratado INF, la carrera armamentista EEUU-Rusia tiende a acelerarse y a agitar las negociaciones sobre el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas Nucleares. A causa de las divisiones de Europa, las potencias occidentales tratan de evitar ser arrastradas por una carrera armamentista. Sin embargo, los estados que viven en la línea de frente con Rusia, como Polonia, los estados bálticos y Rumania, se ofrecen voluntariamente a “abrigar activos militares de Estados Unidos.” Para Stratfor, Estados Unidos encabezan el mundo en lo tocante a un sistema de defensa contra proyectiles balísticos: “Con el frente occidental dividido, Estados Unidos no ya no está defendiendo activamente –y, en algunos casos, lo combaten- el sistema de manejo del orden mundial fundado en reglas de guerra en potencia.”
Europa, dicen los autores, está perdiendo importancia estratégica, debido a las crecientes fricciones dentro de la Unión Europea. El informe destaca que la “mayor fragilidad del sector bancario italiano seguirá siendo el mayor riesgo para la estabilidad de la zona del euro, en tanto que la expansión económica de Europa disminuirá.
En el mes de mayo, las elecciones del Parlamento Europeo, probablemente, llevarán al fortalecimiento de los “euroescépticos” en el Parlamento de la UE.” Otro factor paralizante de la UE es la política de sanciones de Estados Unidos contra Rusia, que se intensificará en 2019, con implicaciones extraterritoriales para terceros países, así como la amenaza de Estados Unidos de abandonar el INF, lo que estimulará una carrera armamentista y traerá una nueva amenaza de proyectiles a Europa. Sobre Europa pesará, igualmente, el futuro del Medio Oriente –las amenazas de Estados Unidos contra Irán y la todavía no resuelta guerra de Siria. El informe advierte que “(la provincia de) Idlib puede convertirse en un punto crítico entre Turquía e Irán, las fuerzas leales de Siria y, más remotamente, Rusia.”
Dada la amenaza de Estados Unidos de retirarse del INF, habrá turbulencias militares entre Estados Unidos y Rusia. Para los autores, mientras Estados Unidos presione a los países fronterizos de Rusia para que reciban sus activos militares, por su lado, Rusia aumentará su presencia militar y sus activos en Kalinigrado, en Rusia Occidental, en Crimea y en el mar Negro, además de comprometerse en el aumento de su presencia de su infraestructura militar en Bielorrusia. Otro frente de conflicto en curso entre Ucrania y Rusia continuará desenvolviéndose en el mar de Azov. Ambos países construirán activos navales y Estados Unidos aumentará los abastecimientos de seguridad para Ucrania.
Por otro lado, la “guerra híbrida” de Rusia deberá intensificarse contra países inclinados hacia Occidente, con interferencias en la política nacional, distribuyendo propaganda y con ataques cibernéticos y operaciones secretas, en un intento de minar la unidad de la UE y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El informe pone mucha atención en los esfuerzos de intromisión en los siguientes comicios parlamentarios de la UE de mayo, donde ven la oportunidad de “promover partidos de extrema derecha y contrarios al “establishment” en Hungría, Italia y Francia.” Otros blancos serán los países de los Balcanes, en especial Serbia, Macedonia y Montenegro, con una combinación de política de intromisión, de tácticas de desinformación y de ventajas económicas, para tratar de obstaculizar los esfuerzos de esos países de integrarse a la UE.
Sanciones de Estados Unidos contra Rusia
Se espera que Estados Unidos imponga sanciones a más autoridades y entidades rusas, que corte los canales de comercio y que, tal vez, reduzcan los lazos diplomáticos con Rusia. El Congreso podría presionar a la Casa Blanca a adoptar “medidas más extremas para atacar la deuda soberana de Rusia o prohibir transacciones dólares con el mayor banco estatal.”
Las sanciones serán el blanco de más polémicas en la UE, pero el bloqueo se mantendrá todo el año. Los esfuerzos de Rusia para aislarse de las sanciones, con la acumulación de reservas de divisas extranjeras, con fondos de activos, con la diversificación de vínculos comerciales y con la disminución de su exposición y de su dependencia de las operaciones en dólares, e permitirán evitar una gran crisis económica en 2019.
A medida que Estados Unidos aumente el apoyo a la seguridad de “estados pro occidentales, como Ucrania y Georgia, Washington también tratará de reducir la influencia rusa en estados más cercanos a Moscú, como Armenia y Uzbekistán. Rusia y China renovarán sus lazos económicos y energéticos y Pequín aumentará sus inversiones en la construcción de fábricas, oleoductos, ferrocarriles y otras obras de infraestructura en Rusia, especialmente en Extremo Oriente. Los dos países tratarán de fortalecer sus relaciones militares, probablemente, con la ampliación de las dimensiones y del alcance de sus ejercicios militares conjuntos, tanto bilaterales como multilaterales, con países de la Organización de Cooperación de Shanghái.
Rusia buscará fortalecer su relación económica con Japón y mantener el apoyo político y económico de Corea del Norte, que está buscando, a su vez, proyectos intercoreanos, para dar vuelta a las sanciones de Estados Unidos contra Pyongyang. Rusia mantendrá en Medio Oriente su apoyo militar al presidente Bashar al-Assad y aumentará los vínculos con Irán, como fuente de influencia contra Estados Unidos.
El “policentrismo cooperativo”
El informe de Stratfor alimenta los prejuicios generalizados de la comunidad estratégica de Estados Unidos y de Europa, según los cuales Rusia y China son las únicas causantes del desorden estratégico mundial. Siendo así, vale la pena contraponer tal tesis con un pequeño “artículo de trabajo” de tres páginas escrito por el académico ruso Alexey Gromyko, publicado a finales de noviembre pasado.
Su análisis es casi una polémica directa al documento de Stratfor. Él trata de analizar las opciones sobre cómo superar lo que ve como una “divergencia creciente entre los diferentes actores.” La tesis principal de Gromyko es que “las relaciones políticas de Rusia y de Occidente se encuentran en un congelamiento profundo. El factor Donald Trump y el nuevo populismo, tanto en Estados Unidos como en Europa, alteran profundamente los principios del orden liberal internacional, que hasta recientemente estaba consolidado por el “establishment” político occidental.
Por más lamentable que pueda ser esa nueva realidad, Gromyko indica que, también puede usarse para “promover los intereses a largo plazo de todos los actores,” con medidas que se pueden tomar para minimizar las tensiones del periodo de transición y maximizar las oportunidades de escapar de lo que llama “la zona peligrosa de confrontación.”
Gromyko comienza con la observación de que, mientras en los últimos años existía la narrativa de la una “gran Europa de Lisboa a Vladivostok,” en 2018, todo eso acabó, con el “cisma” entre Rusia y Occidente, así como con múltiples divisiones y fracturas en el mismo eje euroatlántico. Nuevos cambios significativos vinieron con el fenómeno Trump, que “aumentaron las tensiones, no sólo entre Estados Unidos y Europa, sino también dentro de Europa.” La UE hoy está más dividida que nunca desde 1975 y, además, no logró evitar que la pesadilla se volviese realidad, con la inminente salida del bloque del Reino Unido. El problema fundamental es “si la Unión podrá reagruparse y contribuir a la formación de un nuevo equilibrio en las relaciones internacionales.”
El autor observa lo que llama “una creciente divergencia entre Europa y Estados Unidos, entre Estados Unidos y Rusia, entre la Unión Europea y Rusia, entre Estados Unidos y China.” La describe como “una multideriva o una multidivergencia” con excepción de la convergencia estratégica entre Rusia y China, que, en el futuro visible, tiende a los intereses nacionales de los dos países y al proceso de integración de Eurasia y más amplio, en la región Asia-Pacífico. Prevé que el mundo está quedando cada vez más “centralizado en Asia y que eso no cambiará por mucho tiempo.”
Gromyko observa que, en vez de la narrativa de un Occidente que se extiende o de una Gran Europa, en Rusia, actualmente, “desarrollamos el discurso de la Gran Eurasia: Proyectos de integración espacial post soviética, pero sus socios en la región Asia, Pacífico, principalmente, la Iniciativa Cinturón y Ruta y la ASEAN+ (Asociación de los Países del Sudeste Asiático ampliada- n.e.), que implican principalmente a la Unión Económica Euroasiática y a la Unión Asia Pacífico.” Él la ve en la forma del megaproyecto, la “Gran Asia con China en su núcleo,” pues considera una ilusión creer en la “hegemonía benigna.”
Advierte que, en este momento, la “multipolaridad se está moviendo a lo largo del camino cristalizando ordenes regionales en conflicto unos con otros. No se trata de un policentrismo cooperativo fundado en el multilateralismo y en reglas comunes consagradas en la Carta de las Naciones Unidas o en el proceso de Helsinki.”
Lo que existe, afirma es lo que llama “un lado bueno, con Rusia y algunos países europeos que tratan juntos de salvar el acuerdo nuclear de Irán; que se oponen a las sanciones extraterritoriales de Estados Unidos, que critican a Estados Unidos por la decisión de abandonar el tratado INF y por mudar su embajada de Tel Aviva Jerusalén; que mantienen el formato de Normandía (para solucionar la crisis de Ucrania –n.e.), que conversan entre sí sobre la solución del conflicto de Siria y sobre la construcción del Nord Stream 2.” Al hacerlo demuestran que el policentrismo cooperativo es posible, con la UE y Rusia como partes interesadas. Por lo tanto, afirma, Europa y diferentes partes del continente necesitan un “reforzamiento geopolítico de largo plazo.”
Gromyko hace siete recomendaciones para evitar una confrontación:
1)el reinicio de las conversaciones entre la UE y la Unión Económica Euroasiática sobre el Tratado Básico ente los dos bloques;
2)el reinicio de las conversaciones entre la UE y Rusia sobre el régimen de eliminación de visados;
3)medidas conjuntas en el formato de Normandía para facilitar las conversaciones sobre la nueva misión conjunta EEUU-OSCE (Organización para la Seguridad y la Paz en Europa) para el sostenimiento de la paz en el Este de Ucrania;
4)el esfuerzo conjunto UE-Rusia con Washington y ante Washington para minimizar los problemas resultantes de su decisión de abandonar el INF;
5)la necesidad de reiniciar las “consultas de estabilidad estratégica entre Rusia y Estados Unidos” (las propuestas rusas al respecto fueron entregadas a Trump por el presidente Vladimir Putin en julio de 2018 en Helsinki, en donde se incluyen las cuestiones del INF y del tratado START3 de limitación de armas estratégicas).
Gromyko observa que es divertido observar cómo ciertas personas de Europa justifican la línea de Washington en relación al INF, que sigue propalando supuestas violaciones rusas del tratado, ignorando el hecho de que Rusia, desde hace años, no ha señalado violaciones del tratado por parte de Estados Unidos y que ha pedido que especialistas militares de los dos países se reúnan para analizar todos los problemas involucrados (“Este problema, con acusaciones y contra acusaciones, se debe tratar de forma profesional, no por la diplomacia del megáfono” afirma);
6)el reinicio de “por lo menos algunos problemas menos sensibles de interacción en el Consejo OTAN-Rusia, por ejemplo, el trabajo del Comité de Ciencia para la Paz y Seguridad;” y
7) la conservación del impulso de la reunión cumbre Rusia-Turquía-Alemania-Francia sobre Siria, ocurrida en noviembre último.