No son pocos los atletas que han alcanzado las máximas glorias del deporte, para que luego, con el paso de los años, terminen viviendo en situación de pobreza o en condiciones deplorables. Estas historias ocurren hasta en los países donde el deporte goza de los respaldos de los sectores público y privado, y la holandesa Verona van de Leur es un caso que ilustra esta desgracia.
En su autobiografía, Simply Verona, la exgimnasta narra cómo pasó de ser una campeona de Europa a vivir en la pobreza, y de ahí a la cárcel, para terminar dedicándose a la industria de la pornografía.
En 2002, cuando tenía 16 años de edad, Verona ya estaba compitiendo con las estrellas olímpicas de la gimnasia artística. Colocándose apenas por debajo de Svetlana Khorkina en el ranking europeo, no había aparato que Verona no dominaba, acumulando múltiples medallas en salto de caballo, barras asimétricas, barra de equilibrio y en los ejercicios de suelo.
Su medalla de plata en el Campeonato Mundial de 2002 le valió el título de mejor deportista femenina de los Países Bajos y, a todas luces, Verona estaba destinada a formar parte de la delegación holandesa en los Juegos de Atenas 2004.
Sin embargo, su carrera se desplomó al año siguiente. Verona dejó de colocarse entre los primeros lugares, quedó fuera de los torneos internacionales, tuvo conflictos con directivos, entrenadores y compañeros. Lo abrupto de este derrumbe, combinado con algo de mala suerte, desembocó en su retiro de la gimnasia en 2008.
La gimnasta describe en detalle su caída en su libro, el cual fue publicado en 2014, pero que apenas fue traducido al inglés este año. En éste, Verona cuenta cómo fue la parte más dura de su vida. Se peleó con sus padres, fue expulsada de la casa, y se vio obligada a vivir con su pareja, ya sea en las habitaciones de hoteles baratos o en el asiento trasero de su coche.
“Pasamos inviernos muy duros, con la nieve cubriendo el coche y hielo en los cristales”, cuenta Verona en su libro. Cuando ella y su novio se quedaron sin dinero, vivían prácticamente como indigentes. Se bañaban en las duchas de la playa, hacían sus necesidades en los rincones de estacionamientos, y gastaban 50 céntimos en pan y un tarro de mantequilla y con eso sobrevivían una semana.
Su punto más bajo ocurrió cuando fue detenida por tomarle fotografías a una pareja mientras tenía relaciones sexuales en un vehículo. Verona intentó chantajear a sus víctimas, pero fue denunciada ante las autoridades. Por este delito, pasó 72 días en la cárcel.
Su vida volvió a dar un giro inesperado y peculiar en 2011, cuando recibió la oferta de protagonizar videos para adultos. “Me ofrecieron tal cantidad que no pude rechazarlo. Eso podía darme un futuro con el que siempre había soñado”, escribe en su libro.
Desde entonces, la exgimnasta se ha ganado la vida como actriz porno, ya sea en videos para agencias profesionales o en su propio sitio web, aunque afirma que tiene planes de renunciar a la industria a finales de este año. “No soy la clásica actriz porno. Lo considero un trabajo”.
A pesar de que ha capitalizado sobre su reputación como gimnasta para vender sus producciones para adultos, Verona expresó su anhelo por regresar al deporte en cualquier capacidad: “Cada vez que leo sobre el tema pienso que yo tengo mucha experiencia y quisiera compartirla. Quiero dar voz a los niños, ser su consejera y confidente”.