Cuando Tyler Lorenzen comenzó a vender proteínas en polvo derivadas de arvejas (guisantes o chícharos), cosechó algunas “miradas extrañas”.
Como exatleta profesional, jugó en los New Orleans Saints de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) hasta 2011, sabe mucho sobre nutrición y cree en la proteína de guisante, pero tuvo problemas para convencer a otros sobre sus beneficios en un principio.
En 2013 trabajaba para el negocio de su familia, Puris, con sede en Minneapolis, Minnesota, y acababa de desarrollar su propia proteína de arvejas.
Pero cuando trató de venderla, los clientes dudaron: “¿Qué están haciendo? ¿Proteína de guisantes? Ni siquiera sabía que los guisantes tenían proteínas”, le decían.
La empresa también tuvo que luchar contra los recuerdos de la gente durante su infancia cuando los obligaban a comer arvejas, lo que para muchos se trata de un producto poco atractivo.
“Los recuerdos de la mayoría de las personas cuando comían guisantes no son de algo delicioso”, dice.
Pero el momento en que la empresa eligió para producir proteína de arvejas resultó ser bueno. Los consumidores conscientes de la salud buscaban alternativas a los lácteos y a la soja.
Y con el paso de los años, se ha convertido en un boom.
Desde hamburguesas sin carne hasta queso sin lácteos, se puede encontrar proteínas de arvejas en todo tipo de alimentos, incluso puedes beber “leche” de guisantes.
Cambios de tendencias
Durante décadas, los granos de soya fueron el principal suministro de proteína a base de plantas, pero desde el cambio de milenio, el producto cayó en desgracia.
Algunas personas son alérgicas a la soja, y otras, particularmente en Europa, se desanimaron por el hecho de que la proteína de soja a menudo deriva de cultivos genéticamente modificados.
También está el caso del hexano, un solvente derivado del petróleo, que se suele usar para extraer proteínas de la soja.
Si bien la industria dice que prácticamente todo el químico se elimina antes de que la proteína de soja llegue al mercado, para algunos el uso de hexano fue un factor decisivo para no consumirla.
Por lo tanto, la proteína de arvejas, que no requiere productos químicos durante el proceso de producción, se convirtió en una alternativa atractiva.
También el cultivo de origen, los guisantes amarillos, son abundantes y valorados por los agricultores.
“Las arvejas son un grano noble y bastante fáciles de cosechar”, dice Bill Gehl, cuya familia lleva cultivando guisantes en el sur de Saskatchewan, Canadá, por tres generaciones.
El clima relativamente seco es bueno para la producción de campos de legumbres: guisantes, frijoles y lentejas son comunes en esa provincia.
Bill dice que a los granjeros les gusta el guisante amarillo porque, como otras legumbres, transfiere nitrógeno del aire al suelo, haciéndolo más fértil.
Arvejas rentables
Las arvejas también tienen un incentivo financiero: “Lo importante es que puedes ganar dinero con eso“, afirma Gehl.
Y aunque no se producen tanto como el trigo por cada hectárea, el precio es generalmente más alto y no necesitan tanto fertilizante para crecer.
“Ellos (por los guisantes) no fueron tan susceptibles a la recesión en la economía global como quizás algunos de los otros productos”, agrega.
Es probable que la demanda de guisantes de Bill esté respaldada por el auge de la demanda de proteína de arveja.
Henk Hoogenkamp, asesor de empresas en tecnología de alimentos como la proteína de guisante, espera que la industria produzca entre 340 y 350 toneladas el próximo año, un tercio más que este año.
Las plantas de procesamiento se están abriendo a un ritmo rápido para abastecer la demanda.
Hace unos meses, Puris recibió una inversión de US$75 millones del gigante alimentario estadounidense Cargill, que le permitirá duplicar su producción de proteína de arveja con una nueva planta en Minnesota.
La demanda inicial de proteína de guisante era en forma de polvo, utilizada como suplemento en batidos y bebidas.
Pero en los últimos años se fue incorporado en más productos.
“El mercado despegó como nunca antes se ha visto”, dice Hoogenkamp.
Él dice que recibe al menos una llamada telefónica a la semana de compañías que buscan entrar en el mercado de la proteína.
La demanda proviene de empresas que fabrican productos que simulan ser carne pero están hechos a base de plantas, o que producen yogures, queso y leche, sin leche.
Quizás el más conocido sea Beyond Meat, que fabrica productos cárnicos a base de plantas, y este año salió a cotizar en el mercado de valores, por un valor de US$1.500 millones.
Hoogenkamp dice que el aumento de las proteínas de origen vegetal tomó por sorpresa a los gigantes alimentarios tradicionales.
“Hace solo tres años, la industria cárnica se reía de estas empresas. Ahora dejaron de hacerlo”.
“La generación millennial básicamente se despertó y sus gustos están cambiando de una forma drástica en países ricos, sustituyendo animales por proteínas vegetales”, describe.
Respaldo verde
Los grupos ambientalistas apoyan las proteínas de origen vegetal, con la esperanza de que su aumento frene el consumo de carne.
“Los principales científicos dicen constantemente que necesitamos reducir a la mitad nuestro consumo de carne para evitar el colapso climático”, asegura Richard George, jefe de bosques de Greenpeace.
“La proteína de arveja es, sin duda, una opción entre muchas. Cambiar nuestros hábitos alimenticios no será fácil, pero cuantas más opciones tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de éxito”.
Pero el auge de la proteína de guisante debe mantenerse en perspectiva.
El consumo mundial de carne es de 330 millones de toneladas al año, un millón de veces mayor que la producción anual de proteína de arveja.
Y dado que se espera que el consumo de carne continúe creciendo, es probable que el humilde guisante siga siendo bastante humilde por un tiempo más.
Fuente: BBC