Milo Hsieh dormía en su casa de Hsinchu, Taiwán, cuando su teléfono se quedó sin batería. La valla digital, como se llama al sistema con que las autoridades rastrean a las personas en cuarentena obligatoria, comenzó a emitir una alarma en distintas sedes sanitarias y policiales: Hsieh había salido de su casa. Le enviaron una serie de mensajes de texto, lo llamaron cuatro veces. El hombre, que había regresado de Bélgica, donde estudiaba, pero el nuevo coronavirus lo dejó sin clases, seguía durmiendo sin enterarse.
Unos ruidos lo despertaron. Alguien golpeaba a la puerta.
Cuando abrió, en pijama, vio a dos policías. Le contaron que su teléfono lo había denunciado. Hsieh fue a buscarlo para mostrarles que eso era imposible, y lo encontró apagado por falta de energía. Ah, esa era la razón, se tranquilizaron los agentes, que lo saludaron y se fueron. “No sabía que si se apagaba iba a desencadenar algún tipo de acción”, dijo a Quartz el hombre, una de las 55.000 personas en cuarentena obligatoria —en su caso, por haber viajado desde un foco peligroso, Europa— que en Taiwán se controlan con una valla digital como parte de los esfuerzos por controlar el contagio del COVID-19.
Si bien otros países aprovechan los datos de geolocalización de los teléfonos para crear políticas de prevención o contención de la pandemia, muchas veces anonimizados, “Taiwán implementó el sistema de rastreo antes que la mayoría y su respuesta coordinada y veloz hizo que el país recibiera elogios de personas como la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, y el cantante Ricky Martin”, ilustró la publicación. En la isla había 329 casos confirmados y cinco muertos al 1º de abril: una tasa mucho más baja que otro país con una población similar, de casi 24 millones, como Australia, que tenía 4.862 en ese mismo momento.
A falta de cooperación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), del que está excluido por el aislamiento diplomático que le impuso China, que considera la isla parte de su territorio, este estado de reconocimiento parcial creó su red propia de respuesta ante la crisis global del COVID-19. Parte de ella ha sido esta valla digital.
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