Elisabeth Hellenbroich en MSIA Informa
En las últimas semanas, el comportamiento errático del presidente estadounidense, Donald Trump, dejó, otra vez, al mundo más cerca de los límites de la incertidumbre, al anunciar una serie de medidas estratégicas con el objetivo de allanar la seguridad nacional de Estados Unidos de tal forma que, a largo plazo, pone al país en discordancia con el resto del mundo.
El pasado 2 de marzo, el presidente estadounidense anunció la imposición de tarifas de 25 por ciento sobre las importaciones de acero y de 10 por ciento sobre las de aluminio para beneficiar a los productores estadounidenses. Aunque no haya mencionado a ningún país, el anuncio fue hecho mientras el consejero económico chino Lui He y su delegación de reunían en la Casa Blanca con el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
La medida fue tomada luego de una recomendación del Departamento de Comercio que mencionaba los riesgos del exceso de oferta de acero y de aluminio para la “seguridad nacional” de Estados Unidos. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, calificó la medida de “intervención flagrante para proteger la industria interna de Estados Unidos, pues ni había ninguna justificación de seguridad nacional.” Según él, la Unión Europea (UE) respondería “firmemente” para defender sus propios intereses acudiendo a “contramedidas compatibles con la OMC (Organización Mundial de Comercio).”
En Alemania, mientras tanto, algunos especialistas llegaron a argumentar que se podría contrabalancear la medida de Trump, haciendo que el país invierta más en el presupuesto de defensa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
China, por su parte, está considerando restringir sus importaciones de soya, y la gigante japonesa Toyota advirtió que las tarifas perjudicarían las ensambladoras y aumentarían sustancialmente el precio de los autos vendidos en Estados Unidos.
Otra medida decisiva fue la presentación de la nueva “Revisión de la Postura Nuclear,” (RPN) a finales de enero. El mensaje clave del texto de 74 páginas es que Estados Unidos ve como la mayor amenaza a su seguridad nacional a Rusia, China, Irán y Corea del Norte, además de cualquiera que se atreva a adoptar una postura de defensa más robusta en el futuro.
El documento admite de la complejidad de la situación desde el fin de la Guerra fría y, por ello, no es posible “atrasar la modernización de nuestras fuerzas nucleares, si quisiéramos preservar una disuasión nuclear creíble -así aseguraríamos que nuestros diplomáticos continúen hablando desde una posición de fuerza en cuestiones de guerra y paz.”
A pesar de haber hecho reducciones significativas en sus fuerzas nucleares estratégicas, afirma el estudio, “hoy está modernizando esas armas y sus otros sistemas estratégicos.” Estas medidas, “junto con la toma de Crimea y amenazas nucleares contra nuestros aliados (sic), marcan el retorno decidido de Moscú a la competencia de las grandes potencias,” afirma el documento. Además de eso, “China también está modernizando y ampliando sus ya considerables fuerzas nucleares.
Como Rusia, China está buscando nuevas capacidades nucleares ajustadas para alcanzar determinados objetivos de seguridad nacional, además de modernizar sus fuerzas convencionales, desafiando la tradicional superioridad militar de Estados Unidos en el Pacífico Occidental. En otros lugares, la imagen estratégica trae preocupaciones semejantes.
Las provocaciones nucleares de Corea del Norte amenazan la paz regional y mundial, a pesar de la condena universal de Naciones Unidas. Las ambiciones nucleares de Irán siguen siendo una preocupación sin resolver. A escala internacional, el terrorismo nuclear sigue siendo un peligro real.”
La gran preocupación estadounidense es el recelo de perder su seguridad y su superioridad de defensa “unilateral”: “Por primera vez en 25 años, Estados Unidos se están enfrentando al regreso a una competición de grandes potencias. Rusia y China han desarrollado sus capacidades militares para actuar como potencias mundiales… “Hoy, otras están buscando técnicas modernas, incluso tecnologías militares que antes fueron el terreno exclusivo de las grandes potencias -y esta tendencia sólo proseguirá.”
Esa preocupación es recurrente: “Desde 2010 vimos el regreso de la competencia de las grandes potencias. En varios grados, Rusia y China dejaron claro que buscaban modificar sustancialmente el orden internacional y las normas de comportamiento post Guerra Fría.
Rusia demostró su disposición a usar la fuerza para alterar el mapa de Europa e imponer su voluntad a sus vecinos, apoyada por amenazas nucleares implícitas y explícitas de primer uso. (…) China rechazó la decisión de la Corte Permanente del Tribunal de Arbitraje de que las reivindicaciones marítimas de China en el Mar de China meridional no se justificaban y que algunas de sus actividades relacionadas son ilegales ante la Convención de Naciones Unidas y el Derecho Internacional Consuetudinario.
Posteriormente, China siguió emprendiendo iniciativas militares asertivas, para crear “hechos consumados” en apoyo a sus reivindicaciones territoriales sobre accidentes (geográficos) en los mares de China Meridional y del Sur.”
El documento admite al respecto de Irán que este país estuvo de acuerdo con las restricciones a su programa nuclear en el Plan Integrado de Acción Conjunta (JCPOA), pero argumenta que si no se toman medidas internacionales amplias, muchas de las restricciones del acuerdo sobre le programa nuclear iraní terminarán en 2031.
Además, afirma, “Irán mantiene la capacidad tecnológica y mucha de la infraestructura necesaria para desarrollar un arma nuclear luego del término de las restricciones en el plazo de un año luego de decidirse a hacerlo. Si Irán se vuelca a buscar armas nucleares al término de las restricciones del JCPOA, aumentarán las presiones sobre otros países de la región para adquirir sus propias armas nucleares.”
Sanciones contra Rusia y Alemania
En lo tocante a las respuestas a tales desafíos al poderío estadounidense, el documento lista las medidas diplomáticas (actualmente consideradas nulas) y económicas, las sanciones, en particular contra las empresas rusas que participan en la creación y en la producción de sistemas prohibidos de misiles crucero (las cuales, como se vio en el discurso del presidente Vladimir Putin del 1 de marzo pasado, no se mostraron eficaces -n.e.)
Entre las sanciones, el documento destaca las anunciadas en agosto de 2017, dirigidas no sólo contra los intereses financiero, militares e industriales rusos, sino también contra terceros países, como Alemania. El desarrollo de Alemania, en especial, de proyectos de energía conjuntos con Rusia, como el gasoducto Nord Stream 2, es considerado un impedimento para la política energética estadounidense. A propósito, vale la pena mencionar el artículo de Otto Luchterhand publicado a finales de 2017 en la revista Ost-Magazin, titulado “Rusia, el Nord Stream 2 y las nuevas sanciones de Estados Unidos.”
El artículo le presta atención especial a la “Ley de Contención de los Adversarios de Estados Unidos por medio de Sanciones,” aprobada en agosto de 2017, la cual, según el autor, muestra que la nueva política estadounidense contra Rusia no pasa de ser la “resurrección” de la célebre estrategia de “contención” adoptada luego de la Segunda guerra mundial (formulada por George Kennan, en 1947), la cual determinó la postura estratégica de Estados Unidos durante todo el periodo de la Guerra Fría y, reforzada en 1952 por el concepto de “reversión” introducido por el entonces secretario de Estado John Foster Dulles.
El autor resalta que gran parte de las sanciones están dirigidas contra el complejo industrial-militar y de defensa y los servicios de seguridad, así como contra quienes hacen negocios con Rusia, y menciona explícitamente la “construcción” de gasoductos. Individuos y empresas de otros países como Alemania y otros estados de la Unión Europea pueden ser víctimas de las sanciones por igual. Para Luchterhand, se trata de una referencia directa a Alemania y a su participación en el Nord Stream 2.
Otras sección especifica directamente: “Es norma de Estados Unidos… seguir oponiéndose al gasoducto Nord Stream 2, dadas sus consecuencias en detrimento de las seguridad energética de la Unión Europea, en el desarrollo del mercado del gas en Europa Central y Oriental y en las reformas energéticas de Ucrania.”
Por consiguiente, si se sigue la lógica de la ley, el gasoducto Nord Stream 2 es considerado, por lo tanto, un peligro para la reforma sustentable y sustancial del sector de energía de Ucrania, así como para la integración energética de la Unión Europea y para las exportaciones energéticas estadounidenses a Europa, en su caso, de gas natural licuado (GNL) extraído con la técnica de fracking, con el objetivo explícito de crear empleos estadounidenses.
El Departamento de Estado enmarcó en octubre, siguiendo dicha ley, a 39 organizaciones e instituciones rusas en las sanciones previstas.
Luchterhand concluye que el encuadramiento del Nord Stream 2 en la ley representa una clara violación del Derecho Internacional, ya que las sanciones no se pueden imponer por objetivos políticos “arbitrarios” y que la ley está destinada, en realidad, a “combatir la influencia política de Rusia en la Unión Europea y en el espacio euroasiático, en especial en el Cáucaso y en el Medio Oriente, y producir una nueva versión de la “contención” de George Kennan contra Rusia.”